La pandemia y las tensiones geopolíticas —como la competencia entre EE.UU. y China y la guerra en Ucrania— transformaron el comercio, la inversión y la integración económica a nivel mundial. En esta reconfiguración, los países del Norte Global marcan el ritmo. En lugar de seguir pasivamente las nuevas reglas internacionales, las naciones del Sur Global pueden aprovechar esta reconfiguración para fomentar su desarrollo. Para esto es clave tener una mirada incisiva y una estrategia proactiva sobre las tendencias internacionales, algo que ilustra las trayectorias de países como Sudáfrica, Brasil, Indonesia y México.
Ilustración: Guido Ferro.
La reconfiguración global y los nuevos instrumentos de política económica
El sistema internacional cambió radicalmente tras crisis como la financiera de 2008, la pandemia de 2020 y la guerra en Ucrania. Estos eventos marcaron el fin de la hiperglobalización y dieron lugar a una etapa de reconfiguración global, marcada por tensiones geopolíticas, avances tecnológicos y desafíos climáticos. Este proceso no implica una desglobalización completa, sino un cambio profundo en la dinámica de la interdependencia económica que alteró las reglas de la integración internacional y el rol de los Estados en las economías globales.
Para describir este nuevo escenario, nos detenemos sobre cuatro dimensiones que explican el paso de la hiperglobalización a la era de la reconfiguración global:
- la transición de poder en el orden internacional,
- el tipo de instrumentos implementados,
- la jerarquización de sectores económicos estratégicos,
- el alcance geográfico de la producción.
La transición de poder en el orden internacional
El centro de la economía global pasó de un esquema dominado por Estados Unidos a uno con mayor diversidad de actores, donde se destaca el ascenso de China. Esta transformación refleja una distribución más difusa del poder económico. Con su modelo de capitalismo de Estado, China desafía a las potencias occidentales: lidera sectores clave como el tecnológico, y ocupa un rol predominante en el comercio de bienes y la inversión extranjera directa (IED). Su protagonismo en organismos internacionales y la creación de nuevas instituciones económicas refuerzan su posición global.
A esto, Estados Unidos respondió con estrategias proteccionistas y la reconfiguración de alianzas, basado principalmente en la alineación geopolítica. Estas prácticas fueron prontamente replicadas en otros países del Norte Global, cambiando así el escenario internacional.
El tipo de instrumentos implementados
La intervención estatal ganó protagonismo en la regulación del comercio y en la inversión extranjera directa, adoptando un enfoque más politizado. Las políticas comerciales ahora persiguen metas no exclusivamente económicas como: la competitividad en sectores estratégicos, la mitigación del cambio climático, y la resiliencia de las cadenas de valor para prevenir o recuperarse de crisis. Los flujos económicos quedaron subordinados a una lógica de seguridad y competencia.
Este giro se refleja en tres tendencias principales.
Un uso estratégico de los flujos comerciales y mayor proteccionismo
Desde la crisis financiera de 2008 aumentaron las medidas restrictivas al comercio y el control sobre la inversión extranjera. También aumentaron otras acciones unilaterales como los subsidios a la producción y los incentivos para el reshoring (relocalización nacional o repatriación de la producción) y friendshoring (por proximidad geopolítica). Estas medidas fueron impulsadas por factores geopolíticos, como la competencia entre China y EE.UU. entre otros, y se inscriben en una “Nueva Política Industrial”.
La negociación de nuevos acuerdos comerciales y nuevos instrumentos orientados por afinidad geopolítica
Los países están firmando más acuerdos, pero lo hacen con un enfoque geopolítico y metas no comerciales. Se popularizaron los «mini deals» o memorandos de entendimiento, mecanismos más flexibles centrados en promover la resiliencia en sectores estratégicos como los minerales críticos. Los programas de cooperación y de inversión en infraestructura (destinados a promover la inversión extranjera) también se convirtieron en vehículos de la competencia internacional.
El debilitamiento del multilateralismo y el aumento de acciones unilaterales
La Organización Mundial del Comercio (OMC) perdió capacidad para regular el comercio global, lo que llevó a un incremento en las acciones unilaterales con efectos extraterritoriales, complicando aún más las relaciones comerciales.
Nuevos sectores económicos estratégicos
Los sectores estratégicos no son los mismos que en el mundo post pandemia que en la hiperglobalización. Mientras que años anteriores destacaban los servicios financieros y manufacturas tecnológicas, hoy se priorizan sectores ligados a:
- Transición energética (minerales críticos como el litio, cobre y cobalto),
- Tecnología avanzada (como los semiconductores, dada su amplia aplicación en la industria y la defensa),
- Seguridad económica (dada la creciente digitalización y el crecimiento de los servicios basados en datos).
El alcance geográfico de la producción: fragmentación geoeconómica y un ritmo más lento de crecimiento global
Desde 2016, el comercio y la inversión en su conjunto crecen más lentamente que en la etapa anterior de hiperglobalización, y se orientan cada vez más por preferencias ideológicas y geopolíticas. Los conceptos de reshoring (repatriación de producción), nearshoring (regionalización) y friendshoring (alineación geopolítica) reflejan estos cambios.
No obstante, no se trata de una desglobalización, sino más bien de una reconfiguración global. La interconexión de la economía internacional sigue siendo fuerte. Lo que se disputa es el control sobre las cadenas de valor antes que el diseño de estrategias autárquicas.
Cuatro casos de políticas para la inserción internacional del Sur Global
Este nuevo contexto exige repensar las políticas de desarrollo y estrategias de inserción internacional que conecten los mercados locales con los globales y ofrezcan soluciones ante riesgos externos. Las economías del Norte marcan el camino de esta reconfiguración. Los países del Sur Global no son meros espectadores: pueden encontrar oportunidades para posicionarse como actores relevantes en esta nueva dinámica global.
Los casos de Sudáfrica, Brasil, Indonesia y México muestran cómo los países de ingresos medios están adaptando sus estrategias para responder a estos desafíos. Aunque los enfoques varían, comparten tres estrategias generales: i) fortalecer capacidades nacionales, ii) diversificar riesgos, y iii) aprovechar acuerdos internacionales para construir resiliencia y asegurar un desarrollo local.
Sudáfrica
Diplomacia económica como motor del desarrollo
Sudáfrica centra su estrategia en la diplomacia económica, utilizando acuerdos internacionales y relaciones bilaterales para impulsar su política industrial. Su enfoque combina el fortalecimiento de capacidades locales con la diversificación de riesgos externos.
A nivel regional, prioriza el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA), que busca expandir su base industrial mediante productos de mayor valor agregado, especialmente en manufacturas y minerales críticos.
A nivel global, aplica un multialineamiento, equilibrando relaciones con actores como EE.UU., China y la UE. Además, apuesta por los foros multilaterales (como el BRICS y el G20) para posicionarse como líder del Sur Global y promover marcos regulatorios que protejan los intereses de las economías emergentes.
Brasil
Reindustrialización y sostenibilidad como ejes
Brasil identificó una oportunidad para definir sectores estratégicos y avanzar en nuevos instrumentos de política. Adoptó una estrategia de reindustrialización vinculada con la sostenibilidad, enfocándose en la agroindustria, la bioeconomía y la transición energética. A su vez, la estrategia brasilera conjugó la diplomacia económica y ambiental para legitimar internacionalmente las medidas adoptadas, aprovechando los espacios de permisividad del escenario internacional.
Indonesia
Nacionalismo de recursos y diversificación
Indonesia optó por un enfoque de nacionalismo de recursos, restringiendo la exportación de materias primas (como el níquel) para fomentar su industrialización. Esta estrategia permitió el desarrollo de industrias relacionadas con la fabricación de acero inoxidable y baterías para vehículos eléctricos, sectores clave en la transición energética global. La estrategia se completó con la promoción de inversiones en industrias de procesamiento de níquel y la búsqueda de acuerdos de cooperación en materia de minerales críticos. Sin embargo, condujo a una mayor vulnerabilidad externa debido a su dependencia de China.
🇲🇽 México
Soberanía energética y aprovechamiento del TMEC
México enfocó su estrategia en la soberanía energética, fortaleciendo la producción nacional de petróleo y reduciendo la dependencia de actores externos en el sector energético. Su política incluyó cambios en las regulaciones para restringir la inversión extranjera directa en áreas clave (como la generación de electricidad), mientras buscó garantizar el control estatal de la explotación de recursos.
La permisividad de la gobernanza global y el poder relativo que genera para México la interdependencia con Estados Unidos le abrieron al gobierno de Andrés Manuel López Obrador un espacio para estas acciones.
Comprender los cambios de la reconfiguración global para mejorar nuestra inserción internacional
Estas cuatro experiencias muestran que la reconfiguración global puede ser una oportunidad para los países en desarrollo que logren adaptar sus políticas a las nuevas realidades del comercio, la inversión y las relaciones internacionales.
Nos dejan cuatro lecciones principales para pensar las estrategias de inserción argentina.
Comprender las dinámicas de la reconfiguración global para identificar oportunidades y limitaciones en su inserción internacional
Para plantear una estrategia local hay que conocer el panorama global. Tener un diagnóstico preciso ayudará a identificar áreas donde Argentina puede promover políticas autónomas sin enfrentar represalias, evitando la adaptación pasiva a un entorno internacional en constante cambio.
Mejorar las capacidades estatales para enfrentar los desafíos de la reconfiguración global
Esto incluye fortalecer la gestión de datos, modernizar el marco regulatorio y diseñar instituciones que apoyen la política industrial y comercial. También es clave consolidar una burocracia especializada y dotarla de herramientas para anticipar tendencias globales y reaccionar con rapidez. Un Estado ágil y estratégico puede negociar mejor acuerdos internacionales, proteger sectores clave de la economía y fomentar la competitividad en el marco de un sistema global fragmentado.
Priorizar sectores estratégicos y alinear con estos la política productiva y la política exterior
Esta selección debe estar alineada con la transición energética y los cambios tecnológicos, aprovechando las oportunidades derivadas de la demanda global de energía renovable y tecnologías avanzadas para aumentar la resiliencia económica y reducir la vulnerabilidad externa.
Diversificar las relaciones internacionales y aprovechar oportunidades
Participar activamente en foros multilaterales, buscar acuerdos comerciales que reflejen las necesidades del país y fortalecer los lazos con socios estratégicos. La diplomacia debe ser una herramienta para maximizar el acceso a los mercados, proteger sectores clave y fomentar inversiones en áreas prioritarias. Argentina debe adoptar un enfoque equilibrado que combine el acceso a mercados globales con la protección de su soberanía económica y sus objetivos de desarrollo.