El sector pesquero es una pieza central de nuestra estructura productiva. Destacado como el séptimo complejo exportador del país, es un aportante neto de divisas, que genera empleo de calidad y contribuye al desarrollo regional. A su vez, en un contexto en el que la producción pesquera y acuícola global ha alcanzado niveles históricos y se prevé un aumento de su consumo, Argentina cuenta con grandes oportunidades para profundizar su desarrollo. Esta tendencia creciente en la demanda global de alimentos acuáticos, combinada con una amplia dotación de recursos pesqueros y buenas condiciones ambientales para la producción acuícola, pueden impulsar un aumento significativo en las exportaciones del sector.
Entendiendo que este sector aún tiene un considerable potencial para contribuir al desarrollo productivo de nuestro país, este trabajo se propone identificar y analizar las oportunidades más relevantes para su evolución futura. Para ello, se lleva a cabo un diagnóstico exhaustivo del sector, con el propósito de entender su dinámica y evolución hasta llegar a su configuración actual, explorando en detalle tanto sus fortalezas como sus debilidades.
La producción pesquera y acuícola a nivel mundial
En las últimas cinco décadas, la producción pesquera y acuícola mundial se ha cuadruplicado, alcanzando actualmente su récord histórico. Se espera que sus productos sean aún más importantes para la nutrición en el futuro. En 2020 se produjeron un total de 214 millones de toneladas de alimentos de la pesca y la acuicultura, con 178 millones de toneladas provenientes de animales acuáticos y 36 millones de toneladas de algas (FAO, 2022).
En el escenario actual, solo siete países productores concentran más del 50% del total de las capturas marinas. Argentina, por su parte, con una producción anual promedio de 800 mil toneladas (el 1% de la captura global), ocupó el puesto número 20 en el ranking. Esto la posiciona entre los principales 25 países productores, que en conjunto son responsables del 80% de la producción mundial de pesca marina.
La evolución de la acuicultura en el mundo
La captura mundial de peces silvestres se ha mantenido en niveles relativamente constantes desde principios de la década de 1990, oscilando entre las 90 y las 95 millones de toneladas por año. Sin embargo, la acuicultura ha experimentado un crecimiento vertiginoso: desde 1960 hasta 2015, ha aumentado 50 veces su volumen de producción, llegando a superar los 100 millones de toneladas al año (gráfico 2).
Estado del sector en Argentina
El sector pesquero
A pesar de que la industria pesquera es actualmente un pilar para el desarrollo de Argentina, sus exportaciones suelen pasar inadvertidas en comparación con otros sectores. Sin embargo, este sector tiene una historia larga y significativa en términos económicos, y es una fuente de divisas considerable para nuestro país.
La acuicultura
La acuicultura, por su parte, si bien sigue representando una parte pequeña de la producción de animales acuáticos en el país, muestra una tendencia muy promisoria. En lo que va del siglo, la actividad acuícola en Argentina ha crecido gradual y sostenidamente hasta superar las 4000 toneladas en el año 2015. Luego de una caída en los años siguientes, la producción mostró una clara recuperación hacia el año 2022 al superar las 6000 toneladas, un récord para el país.
Además de la tendencia positiva de los últimos veinte años, las predicciones son muy alentadoras: se espera superar las 11.000 toneladas para el 2025/2026, lo que representaría un crecimiento promedio del 450% desde el 2020.
La demanda global por alimentos de origen acuático continuará creciendo y, en un contexto en el que la sostenibilidad biológica de las especies impone limitaciones para aumentar la pesca salvaje, la acuicultura aparece como la gran oportunidad para responder a esa demanda global.
Empleo y bien pago
A finales de 2022, el sector pesquero en Argentina empleaba a 24.786 personas de manera directa. De este total, aproximadamente 12.329 trabajaban en la pesca y recolección de productos marinos (etapa de extracción), 11.914 estaban involucrados en la elaboración de productos pesqueros (etapa de industrialización) y 333 se dedicaban a prestar servicios para la industria pesquera, mientras que alrededor de 210 estaban vinculados a la actividad acuícola mediante la explotación de criaderos de peces, granjas piscícolas y otros frutos acuáticos.
Según datos estadísticos del OEDE (2023), la cadena de valor pesquera ofrece remuneraciones superiores al promedio de los asalariados registrados en Argentina. Este sector es superado únicamente por sectores con altas remuneraciones, como la extracción de petróleo, gas natural, transporte aéreo y extracción de minerales, entre otros. En particular, la remuneración en la etapa de captura ha sido históricamente mayor que en la etapa de elaboración de pescado.
Desarrollo regional
Finalmente, más allá del aporte a la economía nacional, la actividad pesquera tiene implicancias positivas para el desarrollo regional, en particular en el caso de provincias con menor densidad demográfica. Esto se debe a que una buena parte de los desembarques se realizan en puertos de la región patagónica. Si bien la mayor parte de las capturas se concentra en Buenos Aires, destacándose Mar del Plata como el puerto principal (48,9% del total de los desembarques), también se realizan desembarques en Puerto Madryn (15,9%) y Puerto Rawson en Chubut (12,1%), Puerto Deseado en Santa Cruz (7,9%) y Ushuaia en Tierra del Fuego (3,7%).
Más allá de las variaciones derivadas del carácter intrínsecamente dinámico de los recursos pesqueros, el aumento de la participación de los puertos patagónicos en los desembarques totales se dio, en gran medida, gracias al programa de reembolsos por puertos patagónicos, una política que buscaba promover el desarrollo de la actividad en estas provincias del sur a través de un esquema de subsidios fiscales.
La llegada del Régimen Federal de Pesca (RFP)
A partir de una sobreexplotación, que trajo aparejada la llamada “crisis de la merluza”, llegó una respuesta legislativa, a fines del año 1997, con la sanción del Régimen Federal de Pesca (RFP) (Ley N° 24.922). Su objetivo es asegurar una utilización racional de los recursos y evitar su agotamiento al otorgarle al Estado el monopolio de los títulos por los cuales se permite tomar recursos vivos del mar argentino.
Uno de los cambios más significativos que se logró con la sanción de esta ley fue el establecimiento del Régimen de Administración por “Cuotas Individuales Transferibles de Captura» (CITC) en reemplazo del sistema de acceso olímpico que regía anteriormente. Sin embargo, su implementación efectiva recién se logró en 2009, después de un largo proceso de adaptación sectorial, y comenzó a funcionar plenamente a principios de 2010.
En el caso puntual de la merluza hubbsi, estas medidas parecen haber logrado cierto equilibrio. Se estabilizaron las capturas en torno a las 250.000 y las 300.000 toneladas desde el año 2009. Desde entonces, las capturas de esta especie estuvieron siempre por debajo de la Cuota Máxima Permisible (CMP) establecida por el Consejo Federal Pesquero (CFP).
Oportunidades para el desarrollo del sector pesquero y acuícola en Argentina
El contexto global, marcado por un aumento sostenido en el consumo de alimentos acuáticos y una tendencia creciente hacia a la acuicultura, abre oportunidades para el desarrollo sustentable del sector pesquero y acuícola en Argentina. Nuestro país tiene las condiciones y los recursos para responder a estas demandas y de esa forma aumentar el valor de sus exportaciones, generando empleo de calidad, impulsando el desarrollo local y aportando divisas.
1. Aumentar la proporción de especies certificadas
Argentina, como otros tantos países del mundo, se encuentra ante el desafío de gestionar sus recursos pesqueros de manera responsable. Al mismo tiempo, son los propios mercados los que vienen demandando mayores niveles de información que se traducen en mayores requerimientos de calidad, como las certificaciones ambientales. Esto significa que equilibrar las dimensiones ambiental, económica y social se ha vuelto fundamental para garantizar una explotación sostenible de sus recursos pesqueros y no perder acceso a los mercados más exigentes.
A medida que otros mercados globales avancen en la certificación de pesquerías, es probable que la demanda por el sello de sustentabilidad aumente para los productos pesqueros argentinos, por lo que un abordaje temprano de este asunto puede hacer la diferencia en un futuro no tan lejano.
2. Desarrollar la acuicultura de forma sostenible
Frente al desafío de aumentar la producción alimentaria, los océanos pueden convertirse en el principal aliado. Sin embargo, como ha advertido la FAO, el deterioro de los recursos pesqueros debido a la captura excesiva de peces se ha convertido en un problema crítico. En este contexto, el cultivo sustentable de especies acuáticas, tanto animales como vegetales, podría ser clave para alimentar al mundo de manera sostenible.
Las oportunidades que hacen destacable a esta actividad productiva —como la capacidad para generar valor agregado, empleo y divisas—, junto con la diversidad de climas y ambientes, la experiencia acumulada a lo largo del territorio y la creciente demanda global, ofrecen a nuestro país la posibilidad de apostar al crecimiento sustentable de este sector.
3. Diversificar y aumentar las exportaciones con valor agregado
Como analizamos en este documento, más del 80% del valor exportado es por productos pesqueros primarios mientras que menos del 20% representa aquellos con altos niveles de elaboración. Esta configuración actual impide al país obtener un mayor porcentaje de la renta generada por la captura y exportación de productos pesqueros industrializados.
Sumado a esto, la alta dependencia de unas pocas especies enciende la alarma ante un eventual manejo desordenado de estas pesquerías. En un sector tan dependiente de los volúmenes de exportación (más por su cantidad que por su valor agregado), cambios en los mercados internacionales pueden afectar seriamente las exportaciones, así como a los actores sociales involucrados directa o indirectamente en el entramado de la industria pesquera nacional, haciéndola vulnerable a las posibles crisis económicas de los países importadores, lo que puede llevar a una disminución en la demanda y en los precios.
En este sentido, es fundamental generar políticas adecuadas para diversificar el número de especies explotadas.