Un plan para eliminar las retenciones y mejorar el sistema tributario

Si bien una reforma tributaria no va a solucionar todos los problemas de la economía argentina, creemos que sí puede estimular las exportaciones, y también la producción, el empleo y la formalidad.

En un contexto económico tan frágil como el actual, Argentina necesita una reforma integral de su sistema tributario. Y la necesita de manera urgente.

Hablemos de uno de los impuestos más polémicos y más discutidos de la Argentina: el derecho a las exportaciones, más conocido como retenciones. En particular, las retenciones tocan de cerca a los productores agropecuarios de Córdoba.

Este impuesto genera lo que en economía llamamos “distorsiones”. Es decir, es un obstáculo en la toma de decisiones de los productores sobre qué hacer con su producción, lo que luego puede terminar afectando a la economía en su conjunto.

Si bien una reforma tributaria no va a solucionar todos los problemas de la economía argentina, desde Fundar creemos que sí puede estimular las exportaciones, y también la producción, el empleo y la formalidad. Para eso, tenemos que lograr que los impuestos argentinos se vuelvan un sistema más ordenado, más simple y más justo.

Hoy estamos lejos de tenerlo. Más bien nos encontramos con una historia de impuestos-parche, que taparon problemas puntuales sin ser coordinados de manera armónica. En muchos casos, como el de las retenciones, fueron planteados como medidas transitorias que se volvieron permanentes.

Es por eso que proponemos ir “hacia un sistema tributario federal armónico” y, entre muchas otras cosas, eliminar las retenciones. Al ser tan grande la producción agropecuaria del país, excede y por mucho la demanda interna. Estas exportaciones son vitales para el ingreso de divisas. Dada la famosa “falta de dólares” –lo que los economistas llamamos la “restricción externa”–, no podemos seguir limitando de esta manera su potencia.

Reducir la desigualdad

El punto de partida de nuestro planteo es: los impuestos deben ser el principal financiamiento de las actividades del Estado, para así evitar fuentes de financiamiento menos sanas, como la emisión.

Queremos que los impuestos contribuyan de manera efectiva a reducir la desigualdad. En esta vía, ideamos un sistema impositivo eficiente: menos distorsivo, simple, transparente y de fácil cumplimiento y control. Contar con una estructura impositiva que cumpla con estos objetivos no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar el bienestar y reducir la pobreza en la Argentina.

¿Qué implica esto? Con este tipo de regímenes, se potenciarían estructuras productivas como las de Córdoba. Estamos hablando de un impulso no sólo al sector agropecuario, sino también a sus proveedores y al resto de la economía: maquinaria agrícola, industria automotriz o incluso la producción manisera en todo el territorio. Lo que buscamos es que se estimulen la actividad exportadora y la formación de valor.

En este sentido, tenemos mucho que aprender de nuestros vecinos en Brasil y en Chile, pero también de países desarrollados. Sus sistemas tributarios recaen en mayor medida sobre los ingresos y los beneficios, y no tanto sobre los bienes y servicios, como sucede en la Argentina.

Para revertir esta situación, pensamos una serie de estrategias. Los modelos exitosos nos muestran, por ejemplo, que debemos restituir el Impuesto a las Ganancias, pero diseñado en conjunto con el resto del sistema, en especial los otros impuestos a los ingresos de las personas.

Por el lado de los autónomos, nuestra propuesta es ampliar las escalas y aumentar las alícuotas del monotributo, y en el régimen general, tomar parte del pago en concepto de IVA a cuenta de Ganancias. Así se fomentaría la formalidad, al reducir la desigualdad horizontal que hoy existe en los impuestos a los ingresos de los trabajadores.

Respecto de los impuestos indirectos, proponemos automatizar las devoluciones de IVA para bienes de capital y exportaciones, transformándolo en un impuesto específico al consumo. También sostenemos que hay que eliminar el impuesto al cheque, que desincentiva la formalidad. Para reducir el carácter distorsivo y el efecto cascada de Ingresos Brutos, es necesario desgravar las actividades primaria y manufacturera.

Por último, hay coincidencia en que las retenciones son un impuesto malo, pero también la hay en que es muy difícil desfinanciar al Estado de una manera drástica. Por eso, para compensar la pérdida de recaudación, proponemos la unificación de la alícuota de sociedades en el 35%, un adicional a los recursos naturales (especialmente minería e hidrocarburos) y eliminar la exención de los bienes rurales del Impuesto a los Bienes Personales.

Al ver nuestra historia tributaria, es claro que para que esta reforma sea duradera tenemos que construir mínimos denominadores comunes entre distintos espacios. El país necesita estas reformas y, dado que el tiempo apremia, no podemos darnos el lujo de antagonizar y atrincherarnos cada espacio en su posición.

Es por eso que la elaboración de esta propuesta fue hecha de manera conjunta con Agustín Lódola y Cynthia Moskovits, dos especialistas en la materia que no se conocían previamente y que vienen de tradiciones diferentes.

Aunque no concordamos en todas nuestras opiniones sobre la economía argentina, consensuamos que los puntos que se presentan en este documento son transversales a todas nuestras perspectivas. La gravedad de la situación que enfrentamos demanda que este ejercicio de acuerdos sea la norma, más que la excepción.

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