En la última década, la demografía de las empresas del sector de software argentino cambió. Mientras las primeras generaciones, centradas mayoritariamente en desarrollo de software, crecían globalmente y se volvían más atractivas como objeto de compras por parte de jugadores internacionales, surgieron cada vez más empresas dedicadas fundamentalmente a productos orientados a sectores específicos. Realizamos una genealogía de las distintas empresas de software local, para luego concentrarnos en este segmento más reciente que tiene, en caso de ser exitoso, un interesante potencial productivo y exportador.
Ilustración: Micaela Nanni.
Las empresas de software: un ecosistema heterogéneo
El ecosistema empresarial de software y servicios informáticos en Argentina está lejos de ser homogéneo. Engloba empresas con muy distintos tamaños y niveles de productividad. Destacan los “unicornios” como Mercado Libre, Despegar o Globant, con un valor superior a los USD 1000 millones y con altas capacidades de competir internacionalmente. Pero sería equivocado pensar que este es el panorama general. El sector de software argentino está fundamentalmente compuesto por microempresas y empresas pequeñas que venden horas/programador a bajo costo (92% del total en 2022).
Entre unicornios y microempresas, es posible identificar distintas generaciones de empresas medianas y grandes que han abierto un camino de desarrollo para el sector, basado en diversos tipos de especialización, orientación al mercado interno o global, y estrategias de crecimiento y financiamiento. Entender esta heterogeneidad resulta fundamental para repensar los diversos requerimientos de incentivos, regulaciones y políticas para los próximos años, a fin de aprovechar la demanda del mercado global y las necesidades de sofisticación del entramado productivo doméstico.
Tres generaciones de empresas de software argentinas
1990– principios del 2000
La primera generación emergió en la década de 1990 y principios del 2000, en el contexto de la aparición local de empresas dedicadas a proveer servicios especializados, surgidas de la ola de privatizaciones y del auge de los emprendimientos en la Red, y propulsadas por la búsqueda de deslocalización de funciones no esenciales por parte de las empresas globales. Eran principalmente empresas de desarrollo de software a medida para el mercado corporativo, con un fuerte foco en el sector bancario y las telecomunicaciones.
Post 2002
La segunda generación surge luego de la devaluación, potenciada por el régimen de promoción de la Industria del Software en 2004. Se focaliza también en el desarrollo a medida de software, pero, a diferencia de la primera generación, en su mayoría sólo tenían clientes en el exterior. Estas no sólo hacían proyectos, sino que también comenzaron a vender horas-programador y tendieron a desarrollar estrategias de crecimiento mediante el financiamiento de fondos de inversión de riesgo. Esta mayor impronta global las llevaría a desplegar —en muchos casos— estrategias de entrada a mercados externos vía la compra de empresas en el exterior, establecimiento de filiales o sociedades fuera del país.
Post 2010
La tercera generación surge en los últimos quince años, dedicada principalmente a la venta de productos de software asociados a distintas “verticales de negocio” (agro, ganadería, energía, salud, finanzas, entre otras). A diferencia de las generaciones anteriores, que proveían servicios de desarrollo de software a medida, estas empresas no requieren equipos de desarrollo de gran magnitud o en permanente crecimiento. Necesitan personal con un conocimiento específico del sector al que se orientan y entender hacia dónde se dirige el mercado y el tipo de producto que apuntan a alcanzar.
¿Por qué poner el foco en las nuevas empresas de software?
En la última década, mientras las empresas de las dos primeras generaciones, centradas mayoritariamente en desarrollo de software, crecían globalmente y se volvían más atractivas como objeto de compras por parte de jugadores internacionales; surgieron cada vez más empresas de tercera generación, algunas dedicadas a datos y otras fundamentalmente orientadas al desarrollo de productos en verticales de negocio específicas.
Las dos primeras generaciones son empresas de servicios intensivas en trabajo, y son —en promedio— más grandes. Esto dificulta su competitividad porque a la Argentina le cuesta disputar mercado en términos de costos con otros jugadores como India, Filipinas o Vietnam, en Asia, o Bulgaria y Rumania. Por ende, encuentran importantes cuellos de botella y límites para su crecimiento.
Las empresas de tercera generación orientadas a productos, en cambio, son poco intensivas en mano de obra y más chicas. Si bien la escalabilidad del producto no requiere grandes equipos de desarrollo en permanente expansión o de una escala importante, sí requiere un conocimiento muy fino de las necesidades y el negocio de su vertical. La competencia no es por costos o por el precio más barato de una solución, sino por la mejor opción.
En este sentido, las empresas de software de tercera generación conforman un segmento interesante en términos de su potencial impacto en el desarrollo de sectores estratégicos locales y en la inserción (y escalabilidad) de sus productos en los mercados externos. Por eso, es importante comprender las formas de organización y las estrategias utilizadas por este segmento para pensar alternativas de políticas públicas focalizadas en los desafíos puntuales que enfrenta.
¿Quiénes son? Características de las empresas de software de tercera generación orientadas al desarrollo de productos
Fundadores con experiencia por fuera del software
Las empresas especializadas en productos son, en general, jóvenes, con una edad promedio de poco más de 10 años: en su mayoría (80%) fueron establecidas entre 2010 y 2020. Sus fundadores suelen tener una trayectoria común, pero rara vez en software. Se destaca su conocimiento técnico y la cercanía con los sectores que ahora son sus clientes.
Además, estos emprendedores suelen tener experiencias previas fallidas. En general, en sus primeros intentos, se orientaban al desarrollo de algún dispositivo o hardware que traía una solución embebida. Al enfrentar dificultades en la producción, o con los activos necesarios para su despliegue en el terreno, se reorientaron hacia soluciones de software.
Empresas de software que necesitan financiadores que tomen riesgos
Estas empresas necesitan convertir una idea en un prototipo de producto viable a escalar para obtener ingresos de clientes. Sin un producto funcional —que puede llevar años de desarrollo— probado y puesto en el mercado no hay clientes ni ingresos. Así, salen a buscar capital en etapas más tempranas debido a la necesidad de financiar el desarrollo inicial de sus productos. Además, requieren de un conocimiento profundo del mercado objetivo, capacidades de innovación y de venta.
En el periplo de distintos estadíos de financiamiento, no sólo adquieren socios que aportan capital, sino que son complementadas en sus capacidades por los propios inversores, quienes aportan además de fondos, reputación, experiencia y contactos. Así, es común que las empresas sean selectivas al decidir quiénes serán sus inversores, ya que estos no sólo abren puertas, sino que también funcionan como un sello de calidad ante futuros inversores y nuevos clientes. Este emparejamiento no es un proceso trivial ni ocurre en una sola instancia.
Un sector volcado al mercado externo
A diferencia de países como Brasil, que han desarrollado un sector de software orientado hacia su mercado interno, en Argentina el sector de software se ha caracterizado por una mayor orientación exportadora. La mayoría (73%) tiene clientes en el exterior y muchas tienen también presencia en otros países, con oficinas, distribuidoras y operaciones. Los destinos de ventas más frecuentes de estas empresas son Brasil, Estados Unidos y otros países de América Latina. Ninguna mencionó a países de Europa o de Asia.
Más allá de la diversidad de mecanismos utilizados por las empresas para ingresar a mercados externos, se observa un patrón común en todas las empresas entrevistadas que realizan esfuerzos para su inserción internacional: la ausencia de programas del Estado o de las embajadas para proveer bienes públicos que serían de utilidad para facilitar los procesos de inserción internacional.
Un segmento en busca de personal especializado
Aunque en los últimos años se incrementó la cantidad de personas que estudian programación y ciencia de datos, en general, las empresas entrevistadas reconocen que en Argentina hay un déficit de programadores y de talento con experiencia y/o con especializaciones en IA y data science.
Este problema impacta de manera diferencial sobre los distintos tipos de empresas del sector. Las más afectadas son aquellas que las primeras generaciones, que hacen desarrollo de software a medida o servicios de datos, y que venden sus servicios en el mercado global. Esto se debe a que son empresas más intensivas en mano de obra, al tiempo que sus recursos humanos interactúan con clientes extranjeros, lo que les facilita el ingreso al mercado laboral en el exterior.
Por su parte, las empresas de tercera generación, más orientadas a productos, no dependen tanto de una dotación grande de programadores. Requieren un conocimiento aplicado a sus verticales, lo cual hace que busquen perfiles más especializados y tengan una menor rotación de personal.