El Mercosur es el mercado más grande de las empresas argentinas, incluyendo a las PyMES, y también el más complejo. Ahí comerciamos productos con mayor tecnología y valor agregado que los que vendemos hacia afuera de la intrazona. el Mercosur funcionó: en 2007 explicaba el 16,8% de las exportaciones totales del bloque, pero hoy apenas explica el 10,5%.
Estamos comerciando cada vez menos entre nosotros: ¿qué opciones nos quedan?
- Flexibilizar e ir hacia una zona de libre comercio (y perder poder de negociación en el camino)
- Fortalecer y reposicionar al Mercosur (y profundizar la integración regional) o
- No hacer nada (y mantener el deterioro actual). Cada uno tiene sus ganadores y perdedores.
“Si flexibilizamos negociaríamos mejores acuerdos”.
Falso, dentro del Mercosur tenemos mejores resultados: ir en bloque permite negociar mejores condiciones y armar ofertas más interesantes.
“Si flexibilizamos exportaríamos más”
Falso, otros países del bloque sí expandieron sus exportaciones en este tiempo. Además, sin el Mercosur exportaríamos productos mucho más básicos y menos complejos: pura materia prima y poca manufactura.
→ Mercosur necesita cambiar y, además, Argentina necesita utilizar mejor este espacio en vez de usarlo como chivo expiatorio de problemas que son de economía doméstica.
Ya existen excepciones para el arancel externo común del bloque, pero Argentina las usó para cerrar aún más la economía, a diferencia del resto. Para seguir el camino de la libertad ni siquiera hace falta tocar el Mercosur, sólo leer bien las reglas y aprovecharlas a nuestro favor. Para abrir la economía de una manera que impulse el desarrollo no hay que romper nada sino usar mejor lo que ya tenemos.
Recomendaciones para las políticas públicas
Poner las bases nacionales y regionales en orden
Un prerrequisito para cualquier sendero que tome el Mercosur es garantizar el buen funcionamiento del comercio intrazona. Esto implica un compromiso para eliminar las barreras al comercio intrarregional, incluyendo la infraestructura fronteriza y las regulaciones técnicas y sanitarias. Argentina debería liderar el proceso y comprometerse a una estrategia de desarrollo productivo y exportador desde la región.
No hacer nada es una mala idea
El statu quo es el peor de los escenarios, pues conduce a un deterioro gradual de la relevancia de la integración regional y a un aprovechamiento ineficiente del bloque tanto frente a los riesgos que plantea el escenario global como ante las oportunidades que genera.
Integrar el Mercosur a una política estratégica de inserción internacional y desarrollo de Argentina
En cualquiera de los escenarios, para ser significativo Mercosur como herramienta, necesita integrarse de manera coherente y consistente en un marco de políticas de inserción internacional y desarrollo más amplio. Sin Mercosur no se puede, solo con Mercosur tampoco. Esto incluye además, no hacer un uso maniqueo del Mercosur en los discursos públicos, ni usar la región como chivo expiatorio de problemas de origen nacional.
Ampliar la mesa de diálogo y construir consensos inclusivos
El camino a recorrer por el Mercosur tiene efectos distributivos sustantivos, por lo que es clave incorporar en la discusión al sector empresarial, a la sociedad civil y a todas las fuerzas políticas. Solo así se podrá diseñar una política de integración regional de largo plazo, capaz de sortear la polarización ideológica y de garantizar acuerdos estables que beneficien equitativamente a todos los actores.