Argentina tiene cerrado el acceso a los mercados internacionales debido a su alto riesgo país, una deuda pública en gran parte denominada en moneda extranjera y una macroeconomía inestable. Revertir este escenario implica lograr que la deuda pública sea percibida como sostenible. Para ello se requieren condiciones poco frecuentes en el último tiempo: superávit fiscal primario, riesgo país relativamente bajo, cierto crecimiento económico, estabilidad y unificación cambiaria. Una buena gestión de la deuda pública es fundamental para impulsar el desarrollo del mercado de capitales, disminuir la volatilidad, robustecer la moneda nacional y volver a crecer.
¿Por qué es importante recuperar el acceso a los mercados?
¿Qué es y para qué sirve la deuda pública?
La deuda pública no son solo compromisos financieros a futuro, es una herramienta clave para el desarrollo económico. Administrada correctamente puede ser un pilar para el crecimiento, facilitando la política contracíclica y fortaleciendo los mercados de capitales locales. Una mala gestión, en cambio, genera consecuencias negativas, como inestabilidad económica, aumento de costos de financiamiento y obstáculos para el desarrollo del sector privado.
En Argentina la deuda pública ha sido históricamente mal administrada. Como se ve en el gráfico, rankeamos primeros en la región en impagos o defaults de deuda. Una serie de decisiones desacertadas en materia de política económica condujeron a que la deuda pública sea insostenible y, por esta razón, Argentina tiene desde 2018 cerrado el acceso a los mercados internacionales. Esto encarece cualquier nuevo endeudamiento y dificulta el refinanciamiento de compromisos existentes. Además, la elevada proporción de deuda en moneda extranjera añade presión sobre las reservas internacionales, un recurso escaso y esencial para cumplir con los vencimientos.
¿Por qué es importante recuperar el acceso a los mercados?
Es fundamental que la economía argentina vuelva a crecer, lo que es imposible si no recupera el acceso al mercado de capitales. La sostenibilidad de la deuda no es solo una cuestión técnica, es un factor central para el crecimiento y la estabilidad económica. Argentina enfrenta un dilema circular: necesita crecer para que su deuda sea sostenible, pero dicho crecimiento depende del acceso a financiamiento externo e interno en condiciones razonables. La sostenibilidad de la deuda no solamente es importante para restablecer el acceso al mercado, sino también para ir cancelando la deuda con el Fondo Monetario Internacional.
Garantizar la sostenibilidad de la deuda requiere de un enfoque integral que combine políticas fiscales responsables, un manejo cuidadoso de los compromisos externos y reformas estructurales para reducir la inflación y estabilizar el tipo de cambio. Recuperar el acceso a los mercados financieros e implementar estrategias que aseguren el crecimiento económico son elementos imprescindibles para abordar los desafíos actuales de la deuda pública en Argentina.
¿Cómo evolucionó la deuda pública argentina y cómo se compone en la actualidad?
A lo largo de las últimas décadas, Argentina enfrentó ciclos recurrentes de endeudamiento, crisis y reestructuraciones. Para gestionar la deuda pública argentina durante los próximos años es fundamental entender dónde estamos parados.
El país mantenía niveles bajos de deuda externa debido a la limitada disponibilidad de financiamiento internacional privado. El único ―y escaso― financiamiento que existía era de origen bilateral o multilateral.
Cambios globales como el reciclaje de petrodólares facilitaron el acceso al crédito internacional, incrementando rápidamente el endeudamiento.
Tanto el sector público como el privado aumentaron su deuda. Al concluir la dictadura, el Estado asumió las obligaciones privadas y entrara en la década de 1980 con altos niveles de deuda externa. Esto derivó en pagos de intereses que superaban la mitad de las exportaciones, sumiendo al país en una profunda crisis económica.
Varios factores (como el Plan Brady, las privatizaciones y la apreciación cambiaria) ayudaron a reducir temporalmente el peso de la deuda, pero la crisis asiática y rusa de finales de la década, junto con la privatización del sistema previsional y la caída económica, incrementaron nuevamente los compromisos. Esto culminó en el default de 2001, uno de los más significativos de la historia económica argentina.
La posibilidad de acceder al financiamiento internacional estuvo vedada fundamentalmente por la intervención al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el conflicto con los fondos buitre y los holdouts. Aunque las reservas internacionales se usaron para pagar deuda pública, las restricciones cambiarias y el estancamiento económico limitaron los avances.
La resolución del conflicto con los holdouts permitió a Argentina volver a los mercados internacionales, pero el rápido aumento de la deuda, especialmente en moneda extranjera, junto con el corte del financiamiento en 2018, llevaron al país a recurrir nuevamente al Fondo Monetario Internacional (FMI). Este periodo marcó un aumento significativo del endeudamiento bajo legislación extranjera, una mayor dependencia del financiamiento multilateral y un incremento del peso de los vencimientos en dólares.
La deuda pública argentina tiene varias características críticas. Un alto porcentaje está denominado en moneda extranjera, lo que genera presión sobre las reservas internacionales y expone al país al riesgo cambiario. Además, una fracción importante está en manos de organismos multilaterales, como el FMI, y entidades del sector público, como ANSES y el Banco Central. Este último aspecto facilita cierta flexibilidad interna, pero no resuelve la vulnerabilidad frente a acreedores externos.
En términos históricos, la deuda pública actual se encuentra en niveles similares a los picos de los años 80 y 2000. Esto pone en evidencia la dificultad de reducir el endeudamiento sin acceso a mercados internacionales en condiciones favorables. Sin un manejo responsable de los vencimientos y una estrategia para reducir el peso de la deuda en moneda extranjera, la sostenibilidad de la deuda argentina seguirá siendo un desafío crucial para su economía.
¿Cómo hacer sostenible la deuda pública?
¿Qué significa que la deuda pública sea sostenible?
Cuando hablamos de sostenibilidad de la deuda nos referimos a la posibilidad de que el país pueda generar los recursos necesarios para pagar capital e intereses sin recurrir a ajustes drásticos o reestructuraciones frecuentes que afecten la economía.
Esta sostenibilidad no es una cuestión fija, sino un análisis dinámico que depende de múltiples variables económicas, como el crecimiento del PIB, las tasas de interés, la inflación, el tipo de cambio y el resultado fiscal primario (la diferencia entre ingresos y gastos del Estado, excluyendo el pago de intereses). Si la deuda crece más rápido que los ingresos del país, se torna insostenible.
Proyectar escenarios futuros para evaluar la sostenibilidad
Un ejercicio de sostenibilidad implica proyectar la evolución de la deuda en función de escenarios económicos futuros. En el caso de Argentina, gran parte de la deuda está en moneda extranjera, lo que significa que su costo está estrechamente vinculado al tipo de cambio y a la capacidad del país de generar dólares, ya sea a través de exportaciones o acceso a los mercados internacionales. Sin estas fuentes, el cumplimiento de los pagos se vuelve altamente dependiente de las reservas internacionales, que actualmente son limitadas.
El análisis presenta distintos escenarios para la próxima década (2024-2034), combinando supuestos sobre crecimiento económico, tasas de interés y el tipo de cambio. Los resultados indican que:
- en condiciones optimistas, la relación deuda/PIB podría reducirse gradualmente. Sin embargo, estos escenarios dependen de una serie de premisas exigentes: un crecimiento sostenido del PIB, superávit fiscal constante y un entorno de estabilidad macroeconómica;
- en escenarios menos favorables, donde el tipo de cambio se deprecie o el crecimiento sea bajo, la deuda podría seguir aumentando, intensificando los riesgos de insolvencia.
¿Qué factores influyen en la sostenibilidad de la deuda?
El acceso a los mercados internacionales es un elemento clave para sostener la deuda. Sin la posibilidad de refinanciar vencimientos o emitir nuevos títulos a tasas razonables, el cumplimiento de los pagos se convierte en un desafío. En este contexto, la alta prima de riesgo país, que refleja la percepción negativa de los inversores sobre la economía argentina, es un obstáculo significativo.
La sostenibilidad de la deuda requiere acciones integrales y coordinadas. Es esencial reducir el riesgo país mediante políticas fiscales responsables, flexibilizar las restricciones cambiarias para atraer inversiones y fomentar el crecimiento económico. Además, se plantea la necesidad de reformas institucionales, como la implementación de reglas fiscales y fondos de estabilización, para garantizar una gestión más eficiente y predecible de la deuda.
En resumen, aunque la sostenibilidad de la deuda argentina no está garantizada, es posible con una combinación de crecimiento económico, acceso a financiamiento y políticas macroeconómicas sólidas. Sin estas condiciones, el riesgo de incumplimiento y crisis económicas seguirá siendo elevado.
Seis recomendaciones para hacer sostenible la deuda pública (y recuperar el acceso a los mercados internacionales)
Para que la deuda sea sostenible, es fundamental evitar la concentración de los vencimientos. Una deuda cuyo nivel puede parecer sostenible podría no serlo si estos se concentran en un corto período de tiempo.
La coyuntura actual requiere un resultado fiscal primario superavitario que facilite la reducción del riesgo país, pero que al mismo tiempo no obstaculice un cierto crecimiento de mediano y largo plazo, sin el cual la deuda también se haría insostenible. Congeniar ambos objetivos implica rediseñar la política fiscal y tributaria. Este superávit es clave para contribuir a la implementación de una política macroeconómica que permita ir normalizando el funcionamiento del mercado de cambios y el de la economía en su conjunto.
Avanzar en la eliminación gradual del grueso de las restricciones cambiarias es condición necesaria para el ingreso de capitales productivos y la reducción del riesgo país. Esto sería parte de un esquema que permita el acceso a los mercados financieros internacionales en condiciones más parecidas a las del resto de la región y las que tuvo Argentina en los años posteriores a la salida de la Convertibilidad. Algunas restricciones y regulaciones deben mantenerse con el fin de atenuar los efectos de los flujos de capitales de corto plazo e incrementar los grados de autonomía para hacer política económica.
La deuda con acreedores privados denominada en moneda extranjera suele ser el componente más delicado: para pagarla se necesitan dólares o acceso al financiamiento en esa moneda. Su sostenibilidad requiere no solamente la capacidad del sector público de comprar los dólares mediante su resultado fiscal, sino también la capacidad del país en su conjunto de generarlos vía resultado comercial o flujos de capital de mediano y largo plazo. Esto es sumamente difícil sin un crecimiento razonable de la oferta de transables de la economía y de flujos financieros como la inversión extranjera directa.
Una parte significativa de la deuda pública de nuestro país (aproximadamente 44.000 millones de dólares) corresponde al endeudamiento con el FMI. Esta deuda es diferente de la deuda con acreedores privados, debido al carácter de acreedor privilegiado del Fondo y a la necesidad de discutir con dicha institución la política económica para acceder a un programa. La tasa de interés que se le abona al organismo se encuentra cerca del 7% anual hacia finales del año 2024: es un nivel elevado considerando el estatus de acreedor privilegiado del organismo y las condicionalidades que imponen en sus programas.
La modificación institucional más importante a realizar es una regla fiscal con el consenso y credibilidad suficiente como para dotar de previsibilidad a la política fiscal: una regla bien diseñada puede incorporar entre sus dimensiones mecanismos que permitan mantener la deuda en niveles sostenibles. Otra institución a construir son los “fondos de estabilización”, que acumulan excedentes en las épocas de bonanza y desacumulan en las épocas de vacas flacas o situaciones excepcionales como desastres naturales.