Hasta el siglo XX, la industria textil-indumentaria estaba centralizada en países desarrollados, pero después de la Segunda Guerra Mundial la producción se deslocalizó a países periféricos. ¿Qué impulsó las transformaciones en esta industria? ¿Cómo afectó su evolución a los distintos países que —como Argentina— participan de esta cadena de valor global?
¿Cómo evolucionó la industria textil-indumentaria?
Evolución de la producción textil-indumentaria
Hasta mediados del siglo XX, la industria, en general, y la cadena textil-indumentaria, en particular, tenían presencia en la mayoría de los países desarrollados. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el abaratamiento del transporte y el desarrollo de las TIC permitieron a diversos países subdesarrollados insertarse en el mercado global como fabricantes de manufacturas.
Para aprovechar los menores costos de fabricación, muchas empresas comenzaron a relocalizar los eslabones industriales, desde naciones desarrolladas, hacia países periféricos (principalmente asiáticos, centroamericanos y, tras la caída del Muro de Berlín, del este europeo). Este fenómeno de creciente internacionalización, fragmentación y deslocalización de los procesos productivos representó una de las transformaciones más importantes en la economía mundial.
Las primeras relocalizaciones se dieron hacia Japón durante la década de 1950 y luego durante las décadas de 1960 y 1970 hacia los denominados “tigres asiáticos” (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán). A partir de 1980, se sumaron —aunque con un menor éxito— los “dragones” (Filipinas, Malasia, Tailandia e Indonesia). A partir del 2000, ganaron participación Bangladesh y otros países de la región, como India y Vietnam. Desde 1990, China se integró al mercado mundial como principal exportador global, puesto que mantiene hasta la actualidad. Algunas empresas también retuvieron eslabones industriales en países desarrollados: es el caso de Alemania con la fabricación de textiles técnicos o Italia con la producción de indumentaria de lujo.
Para 2019, el 74% del valor agregado mundial de los eslabones industriales, tanto textil como de confección de indumentaria, cuero y calzado se generó en Asia. Este dato tiene a China como la principal potencia mundial, con el 44,3% del producto global. Dentro de este continente, le siguen, muy de lejos, India (6,8% del total) y Turquía (3,2%).
Evolución del empleo en la industria textil-indumentaria
Para los países desarrollados, la deslocalización y la conformación de cadenas globales de valor significó, por un lado, un importante abaratamiento de la ropa y, por el otro, la destrucción de miles de empleos en este sector.
En los países subdesarrollados, implicó la generación de miles de puestos para trabajadores que provenían de zonas rurales, en particular mujeres. Si bien los salarios en esta cadena resultaban muy inferiores en comparación con los de los países avanzados occidentales, la migración rural-urbana supuso, en muchas de estas naciones, una movilidad social ascendente que, en parte, explica la importante reducción de su pobreza extrema durante estas décadas.
A nivel mundial, en 2018, la cadena textil indumentaria empleaba a 70 millones de personas, el 2,2% del empleo total. Este empleo está mucho menos concentrado geográficamente que la producción. Por ejemplo, China concentra más del 30% de las exportaciones globales de esta cadena y el 44% del valor agregado, pero sólo posee el 22% del empleo. La razón: las personas ocupadas en China poseen una productividad que duplica al del promedio mundial. A la inversa, América del Sur explica el 5,7% del empleo y sólo el 3,8% de la producción de esta industria.
Evolución del comercio internacional de la industria textil-indumentaria
Desde mediados del siglo XX, el comercio global tuvo un crecimiento destacado de la mano del nacimiento del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Sin embargo, y debido a su importancia en el empleo para los países desarrollados, el comercio de textiles e indumentaria estuvo restringido por tratados internacionales hasta fines de la década de 1980. Recién desde 2004 no posee restricciones.
Las exportaciones mundiales del sector crecieron hasta 2011 y, desde entonces, se mantienen estancadas. Este fenómeno se explica, en parte, por el giro de China hacia una estrategia de desarrollo más centrada en el mercado interno (y no tanto en la salida exportadora, como había ocurrido durante entre 1990 y 2010). Si tenemos en cuenta el intercambio global de manufacturas, éste tuvo un dinamismo aún mayor. Por este motivo, la participación del sector en el comercio de manufacturas se redujo.
¿Cómo afectó esta evolución a los países que participan de la cadena textil-indumentaria?
La industria textil-indumentaria en los países desarrollados
Pese a que la performance del comercio exterior en el sector en los últimos 60 años tuvo una marcada tendencia hacia la fragmentación y relocalización de la producción, en la última década las grandes cadenas de tiendas y marcas líderes empezaron a dar mayor importancia a la proximidad geográfica entre las fábricas y sus consumidores (proceso conocido como “relocalización cercana” [nearshoring]).
Muchas empresas de países desarrollados fabrican el grueso de la colección antes de su lanzamiento en Asia y, a medida que las mercancías almacenadas se agotan, acuden al abastecimiento de proximidad. Esta dinámica explica el crecimiento reciente de la cadena en países como Turquía y, en menor medida, Portugal y España. No obstante, salvo casos puntuales, no se verifica un significativo crecimiento del empleo industrial en esta cadena en los países desarrollados. A partir de la deslocalización cercana, crece el empleo en los eslabones textiles y de indumentaria en Turquía y, en menor medida, en España y Portugal.
La industria textil-indumentaria en los países en vías de desarrollo
En varias naciones asiáticas (como Japón, Corea del Sur y, recientemente, China), el crecimiento de su cadena textil-indumentaria y el paso de ser exportadores de materias primas a exportadores de productos textiles y confecciones inició un proceso de industrialización que luego adquirió creciente complejidad en la medida en que fueron desarrollando capacidades productivas en otros sectores manufactureros más complejos.
Trayectorias similares se observaron, tanto en los países que se industrializaron tempranamente en el siglo XIX (como Estados Unidos y los de Europa continental), como en los de industrialización tardía en el siglo XX (los del Este Asiático).
Las políticas industriales aplicadas por estos estados les permitieron avanzar hacia otras actividades industriales de mayor valor agregado e intensidad tecnológica. En estos casos, la especialización en la industria textil-indumentaria sirvió como puerta de entrada a la actividad manufacturera y a las cadenas globales de valor.
A medida que se reducía la disponibilidad de mano de obra desocupada que migraba de las zonas rurales, los salarios fueron en aumento. Ello derivó en la pérdida de la ventaja competitiva original (los reducidos costos de la mano de obra). Por ese motivo, las etapas más sencillas de la fabricación (como la confección) se relocalizaron en países cercanos con un mayor atraso relativo (como Vietnam o Bangladesh).
- Cuando los países comienzan su industrialización —desde sociedades mayormente agrarias-rurales, a sociedades urbanas y crecientemente industriales— el PIB per cápita tiende a crecer y este sector ocupa un rol significativo, ya que funciona como motor inicial de dicha industrialización.
- A medida que dicho crecimiento se consolida, emergen otros sectores industriales, más dinámicos y complejos (por ejemplo, la industria metalmecánica o la química), que contribuyen notoriamente al crecimiento de la economía. Estos nuevos sectores ganan peso, no solo dentro del producto industrial, sino también impulsando el aumento de la participación de la industria en la economía. Al mismo tiempo, la industria textil-indumentaria comienza a perder peso relativo, tanto en su contribución al PIB total, como, en particular, en el PIB industrial.
- Una vez que los países alcanzaron un nivel elevado de industrialización y de producto per cápita, cae la participación de la industria en favor de los servicios, particularmente de aquellos intensivos en empleo calificado (como telecomunicaciones, informática, profesionales, técnicos, educativos, de salud y financieros).
Esta “mejora” en esta cadena de valor no es una trayectoria automática ni universal para todos los países, sino una situación que se dio en las naciones asiáticas de desarrollo tardío. Otros países que se insertaron en las últimas décadas continúan atrapados en los mismos eslabones, sin lograr mejoras hacia otras actividades de mayor rentabilidad y/o beneficio social.
La industria textil-indumentaria en Argentina
En 2022, el eslabón industrial textil representó el 0,4% del valor agregado bruto de Argentina a precios corrientes, mientras la confección tuvo una participación del 0,5% (según INDEC). Es decir, sólo la etapa industrial de la cadena explicó el 0,9% del PIB. Sin embargo, en 2005, había llegado a representar el 1,6% del PIB. Tal como ocurre en la mayoría de los países de ingreso medio y alto del mundo, la industria textil-indumentaria viene perdiendo participación en las últimas décadas.
Evolución de la industria textil-indumentaria en Argentina
En nuestro país, la industria textil-indumentaria ha tenido una trayectoria errática. Desde su surgimiento en épocas coloniales, ha tenido momentos de crecimiento y grandes crisis. Si miramos la evolución del sector, vemos a lo largo de los años algunas variables clave. Por un lado, el desarrollo de la industria textil indumentaria está vinculada a los ciclos macroeconómicos: durante los años de crecimiento del PIB, generalmente también lo hizo la cantidad de empresas industriales de esta cadena. Las mejoras en la economía y los salarios son determinantes de los niveles de consumo. También son clave las políticas productivas y comerciales: los incentivos favorables a la producción nacional (o la ausencia de ellos) así como las medidas más o menos proteccionistas de las importaciones tienen su correlato en la cantidad de empresas industriales formales.
1895 -1935 ꘡ Nacimiento y crecimiento de la industria local
La industria textil argentina es una de las más antiguas de la industria nacional. Se remonta al 1600, con la producción artesanal de ponchos. Esas antiguas economías regionales prácticamente desaparecieron durante el 1800 debido a la masiva importación de prendas inglesas. Pero, a fines de ese siglo, las importaciones cayeron sustancialmente por la suba de aranceles y la depreciación de la moneda.
Durante las primeras décadas del 1900, comerciantes de todo el país —que originalmente vendían ropa importada— comenzaron a fabricar sus propias prendas y esta industria se convirtió en un sector emblemático de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI).
1935 -1975 ꘡ Apogeo de la producción e inserción en el mercado global
La interrupción del comercio global debido a la Segunda Guerra Mundial y el impulso del peronismo a la ISI potenciaron su crecimiento. Entre mediados de la década del 50 y 1975, la producción del sector siguió creciendo —aunque a un ritmo menor que otras ramas de la industria—. La producción se concentró en establecimientos industriales más grandes (como la siderurgia, la automotriz, la metalmecánica y la petroquímica). En las décadas de 1960 y 1970, este sector había logrado una importante inserción exportadora. Argentina exportaba, principalmente, fibra de algodón y lana de ovejas.
1975 -2003 ꘡ Ocaso de la industria
Entre 1977 y 1981, la última dictadura militar abarató el dólar y liberalizó el comercio exterior, lo que estimuló el ingreso de una gran cantidad de productos extranjeros, en particular, de ropa. El salario real promedio cayó deprimiendo aún más las ventas del sector. Y las subas de tasas de interés y el fin del crédito subsidiado al sector productivo incrementaron fuertemente los costos, afectando su rentabilidad.
La década de 1990 estuvo marcada por una nueva ola liberalizadora. La convertibilidad, la apertura comercial y la desregulación volvieron a fijar incentivos favorables para importar. Esto se combinó, desde 1998, con el inicio de una prolongada recesión, que golpeó las ventas y afectó, aún más, al sector.
Para 2003, el empleo en el sector era 61% menor que en 1973, en tanto la cantidad de establecimientos se había desmoronado en un 55%.
2003 - 2022 ꘡
Los últimos veinte años
2002-2011
Desde fines 2002 hasta 2011, Argentina inició un proceso de fuerte crecimiento económico que redujo el desempleo y aumentó el poder adquisitivo, impulsando el consumo y fortaleciendo la demanda.
2012-2015
A partir de 2012, los controles a las importaciones pasaron a ser un eje central de la política productiva. Este período también se caracterizó por la promoción a las ramas industriales, como los créditos al sector productivo y al consumo de bienes durables (como el programa Ahora12).
Pese a estos incentivos, el bajo dinamismo económico del período y los crecientes problemas macroeconómicos explican por qué los niveles de producción se contrajeron considerablemente.
2016-2019
Con el cambio de gobierno, se eliminaron los controles a las importaciones y se dejó de subsidiar el crédito al sector productivo. Las sucesivas devaluaciones de 2018 y 2019 aceleraron la inflación y generaron una marcada contracción del poder adquisitivo y el consumo local.
Este escenario fue negativo para la actividad económica en general, aunque particularmente más intenso en la industria manufacturera y, dentro de ella, en textil-indumentaria.
2020 – 2022
Hacia fines de 2019, el nuevo gobierno introdujo importantes cambios en el esquema de incentivos. Se retomaron las políticas de administración del comercio exterior y se volvió a subsidiar el crédito productivo y el consumo. Pero el estallido de la pandemia de COVID-19 representó un nuevo shock negativo.
Entre 2021 y la primera mitad de 2022, la economía, en general, y este sector, en particular, experimentaron un fuerte rebote. Sin embargo, mientras la industria manufacturera superó los niveles de 2018, la industria textil-indumentaria sólo logró una recuperación moderada.