Argentina se posiciona a nivel latinoamericano y global como un jugador relevante en la creación de start-ups agrobiotecnológicas. Que estas empresas de base tecnológica (EBT) se sigan desarrollando requiere que exista un sistema de financiamiento que las promueva, apoye y sostenga. A pesar de los avances de las últimas tres décadas, la industria local de capital de riesgo aún es muy joven y encuentra desafíos para seguir creciendo. Logra financiar los estadios iniciales, pero no termina de cubrir las necesidades de las etapas de consolidación ni promover que estos proyectos escalen. Fortalecer esta cadena de financiamiento es clave para construir las condiciones adecuadas para la innovación y que surjan y crezcan emprendimientos dinámicos en el país.
Un desarrollo de empresas agrobiotecnológicas líder en la región
En los últimos años la Argentina se destacó a nivel latinoamericano por el surgimiento de un grupo de empresas de base tecnológica (EBT) que, pese a su juventud, muestran potencialidad de crecimiento y expansión internacional. La industria biotecnológica lleva más de cuatro décadas de desarrollo: mientras en 1990, había alrededor de treinta y dos de estas empresas, en la actualidad se estima que ya existen más de doscientas, cifra comparable a la de algunos países de la OCDE.
La cantidad de start-ups biotecnológicas en Argentina creció significativamente en los últimos años y de esta forma se posiciona como uno de los más importantes de la región latinoamericana. Se identificaron en Argentina ciento tres start-ups deeptech que recibieron capital institucional, de las cuales un 67% pertenecía a la vertical biotecnológica. Se trató de la mayor cifra de start-ups biotech de la región, representando el 34% del total de los países latinoamericanos. Estas empresas no solo generan conocimiento, sino también son responsables por la creación de cientos de puestos de trabajo altamente calificados.
¿Cómo se financian las start-ups?
Las aceleradoras y fondos de capital de riesgo fueron determinantes para este resultado. Promover el desarrollo de este tipo de financiamiento constituye una oportunidad para la creación y el escalado de las empresas biotecnológicas en el país.
Las experiencias exitosas en el desarrollo de la industria de capital de riesgo a nivel internacional han logrado una cadena de financiamiento emprendedor completa y dotada de recursos. Esto incluye financiamiento en etapas de capital semilla, disponible principalmente a través de fondos públicos, incubadoras, aceleradoras, inversores ángeles y fondos de capital de riesgo enfocados en el período de ideación y gestación del proyecto empresarial. Le siguen las distintas series o rondas de inversión que aportan los fondos de capital de riesgo, sea en etapas más tempranas o de escalado. Finalmente, la cadena se completa con un mercado de capitales que permita la apertura de capital por parte de los emprendimientos.
Existe un “desajuste” entre los tiempos científico-tecnológicos de desarrollo de un producto y la necesidad financiera de los fondos de riesgo. Por ello es necesario pensar la cadena de financiamiento en un sentido amplio, atendiendo las etapas iniciales, que pueden quedar desatendidas por los fondos privados, y diseñando otros instrumentos y programas de apoyo público y privado orientados a los emprendimientos no atendidos por la industria de capital de riesgo.
En los países en los que se logra construir condiciones sistémicas y una cadena de financiamiento completa y profunda es porque se apalanca el dinamismo empresarial, se ayuda a consolidar nuevas empresas e industrias, se apuntala la generación de empleo calificado y joven y se promueve la internacionalización de empresas.
El sistema de financiamiento local
En las últimas tres décadas, Argentina ha logrado diseñar e implementar políticas que contribuyeron al desarrollo emprendedor y a la emergencia de una industria de capital de riesgo. Este proceso no es un mérito exclusivo de un actor o institución, sino que diferentes instituciones y liderazgos han contribuido en cada etapa.
A grandes rasgos, las políticas orientadas a fortalecer incubadoras y programas de emprendimiento emergieron en la Argentina en la década de 1990, lideradas principalmente por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (MINCYT). Adquirieron mayor densidad institucional y diversidad de actores en los 2000 y se consolidaron institucionalmente en la década de 2010 con la Ley de Apoyo al Capital Emprendedor y el lanzamiento del Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor (FONDCE).
Aceleradoras
La creación del FONDCE en 2017 fue una de las iniciativas más importantes en este sentido. En él se apoyó la mayor parte de las aceleradoras de base científica vinculadas al crecimiento de start-ups biotecnológicas.
Estas aceleradoras no solo invierten, sino que también brindan apoyo de distinto tipo en el proceso de creación de la start-up, constituyéndose como un híbrido entre un espacio de apoyo a la creación del emprendimiento y un fondo de capital de riesgo.
Como resultado de la instalación de estas aceleradoras y fondos, en adición a los diferentes programas públicos de apoyo, las llamadas etapas de financiamiento semilla y presemilla se encuentran relativamente desarrolladas en Argentina. El desarrollo de etapas más tardías evoluciona a un ritmo más lento.
Inversiones en las etapas posteriores
La baja profundidad financiera y el débil desarrollo del mercado de valores lleva a algunas de las start-ups más dinámicas financiadas por el capital de riesgo doméstico a radicarse en otros países, especialmente en EEUU. Esto plantea una suerte de “paradoja” de los emprendimientos dinámicos latinoamericanos: en la medida que crecen y captan financiamiento, deslocalizan parte de sus procesos y recursos hacia países más avanzados que presentan mejores condiciones sistémicas y una cadena de financiamiento más profunda.
El desafío que enfrenta la Argentina para reducir los efectos negativos de esta tendencia es la mejora en las condiciones de los sistemas de innovación y emprendimiento y la completitud de la cadena de financiamiento.
¿Qué hace falta para potenciar la industria de capital de riesgo y promover el desarrollo de empresas de base tecnológica?
Completar la cadena de financiamiento y escalado de emprendimientos
Para que más emprendimientos accedan a financiamiento y para que aquellas EBT en etapas iniciales puedan seguir creciendo es clave completar la cadena de financiamiento y escalado de emprendimientos. Con el objetivo de captar rondas de inversión superiores al millón de dólares se propone:
- Crear un fondo de fondos que capitalice la experiencia del Fondo de Expansión del Fondo Fiduciario Para el Desarrollo de Capital Emprendedor (FONDCE), principal política destinada al estímulo de inversiones de riesgo en Argentina.
- Convocar a fondos del exterior para la constitución de un fondo conjunto que invierta en emprendimientos con CUIT argentino y con posibilidad -por parte de los fondos que recibieron apoyo público- de invertir en emprendimientos del exterior. Esto último debería realizarse cumpliendo con un mínimo requerido de inversión local en en relación al total de la cartera de inversiones.
- Apoyar la constitución de nuevos Fondos de Corporate Venture Capital (CVC) en grupos empresariales nacionales y empresas con participación estatal a través de, por ejemplo, el financiamiento de costos operativos en pesos durante los primeros años de los fondos.
Mejorar las condiciones sistémicas
Es importante contar con un sistema de Ciencia Tecnología e Innovación (CTI) ágil y bien financiado, por eso se propone mejorar las condiciones sistémicas a través de un incremento en el financiamiento del sistema de CTI. Esto debe ir acompañado de un fortalecimiento y jerarquización de las áreas de transferencia tecnológica. Es necesario también maximizar los frutos de la generación de emprendimientos en territorio argentino a través de la generación de incentivos de radicación local vía financiamiento para patentamientos, licencias tecnológicas y conservación de la propiedad intelectual de emprendedores locales. En el mismo sentido, se necesita generar una “demanda tecnológica” mediante la consolidación de plataformas públicas y/o privadas que puedan demandar y ayudar a escalar emprendimientos argentinos.
Reglamentar más claramente la participación estatal en el capital accionario de las EBT.
Un tema que genera posiciones encontradas es la participación accionaria del Estado en las EBT creadas en instituciones públicas. Existe un consenso por parte de los actores del ecosistema de que se debe retribuir al Estado por los recursos invertidos en Ciencia y Tecnología. Una preocupación de las aceleradoras respecto a la participación del Estado (es decir, de los organismos científicos y las universidades públicas) en la titularidad de las EBT, es que esta participación afecte su flexibilidad y capacidad de recibir posteriores rondas de inversión. Existen formas de hacer esto a través de figuras que reconocen la posibilidad de participar en las acciones de la empresa, pero sin tener voz en las decisiones (capital virtual o phantom equity). Esto solucionaría el problema del riesgo para los inversores y de la gestión por parte del CONICET.
Simplificar y clarificar los mecanismos de transferencia tecnológica orientados a la creación de EBT.
La falta de agilidad en los procedimientos de transferencia de tecnología es una de las mayores preocupaciones de los emprendedores y de las aceleradoras. Muchos de estos actores señalan que la cultura institucional del CONICET y sus procedimientos a veces excesivamente burocráticos representan una traba a la formación de emprendimientos. La celeridad con la que las EBT obtienen las licencias de la tecnología es determinante a la hora de acceder a nuevas inversiones.
Federalizar el entramado institucional y el impacto más allá de la región Centro
Las inversiones de la industria del capital de riesgo tienden a estar concentradas sectorial y geográficamente dentro de ciertas regiones o clusters productivos. En Argentina, las inversiones están concentradas mayormente en la región centro del país: CABA, PBA, Santa Fe, y Córdoba. Se propone constituir espacios de aceleración en el norte y sur del país para apuntalar los ecosistemas regionales y detectar proyectos que pueden ser escalados. Se recomienda también consolidar la agenda, articulación y financiamiento en Universidades y Agencias Provinciales.