Bienestar compartido

La igualdad de oportunidades es el punto de partida para que el bienestar no sea privilegio de unos pocos, sino un horizonte compartido por la mayoría. Sin embargo, Argentina tiene una deuda urgente: en los últimos 20 años la pobreza nunca bajó del 25% y hoy afecta al 35% de la población. La informalidad laboral alcanza el 42% de las personas ocupadas y hay más de 6400 barrios populares sin acceso a servicios básicos. Sin bienestar no hay desarrollo sostenible, no hay cohesión social y no hay legitimidad democrática.


Trabajamos para que las políticas sociales dejen de ser redes de contención y se conviertan en plataformas de oportunidades que fortalezcan el tejido social y amplíen las capacidades y el bienestar de las personas.

Un bienestar que integra territorios, porque la segregación urbana reproduce desigualdades y limita el acceso a oportunidades. Transformar los barrios populares implica garantizar infraestructura básica, transporte, seguridad y espacios públicos. 

Un bienestar que protege las trayectorias laborales, porque el trabajo es el principal mecanismo de integración social. Esto significa combatir la informalidad, construir sistemas de protección que acompañen las transiciones tecnológicas y demográficas, y garantizar que todas las personas tengan un piso básico para proyectar su vida.

El bienestar compartido es condición y también resultado del desarrollo: necesita estabilidad macroeconómica para financiarse, depende de un crecimiento productivo que genere trabajo de calidad y requiere de un Estado que asegure condiciones para el desarrollo de todos los proyectos de vida. Estos son nuestros desafíos.

Desafíos

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Directora

María Migliore es licenciada en Ciencias Políticas por la UCA y egresada del Programa de Liderazgo y Análisis Político de CIAS. Fue ministra de Desarrollo Humano y Hábitat y Gerenta General del Instituto de Vivienda de CABA.

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