Conflictos y consensos sociopolíticos en la Argentina pospandemia

Hay temas que dividen a la Argentina y están directamente relacionados con las urnas: decime qué pensás de los impuestos y de los planes sociales y te diré por quién votás. También hay temas que unen, como el descontento con la política, y temas, como medioambiente, que tienen el potencial de tender puentes. Los investigadores Gabriel Kessler y Gabriel Vommaro analizan datos de encuestas de opinión y grupos focales para encontrar cuáles son las agendas que dividen la opinión pública en este año electoral.

Un debate agrietado

Ya es vox populi: la sociedad argentina está polarizada. Esta división política está vinculada con un reagrupamiento ideológico, probablemente guiado por la conformación de dos grandes coaliciones electorales a partir de 2015: Frente de Todos (FdT) y Juntos por el Cambio (JxC).

Ambas coaliciones organizan posiciones opuestas en temas centrales de la agenda. Sin embargo, esta polarización tiene sus límites. En primer lugar, no todas las agendas están igualmente polarizadas: hay temas para los cuales las opiniones están más divididas que otros. En segundo lugar, existen diferencias significativas en el interior de estas dos coaliciones, entre personas que apoyan a uno u otro de los principales líderes de cada agrupación. Y, aun si el voto en 2019 es un buen predictor, más lo es la adhesión a las figuras clave de ambas coaliciones en 2023.

Para explorar cuáles son los debates que generan mayores divisiones y capturar las heterogeneidades de los votantes más allá de la grieta, Gabriel Kessler y Gabriel Vommaro se basaron en un estudio de opiniones sobre temas de agenda realizado en 2022 para producir este informe sobre el estado de polarización del debate político en Argentina en vista a las próximas elecciones.

¿Qué temas dividen a los y las argentinas?

No todos los debates están igualmente polarizados. Para identificar los temas más divisivos se construyó un indicador que capta el peso de las posiciones extremas.

Se encontró que las cuestiones que generan más división son la política distributiva y la seguridad. Por el lado distributivo, más específicamente, la posición frente a los impuestos —¿son o no son un “castigo” para aquellos a los que “les va bien”?— y los planes sociales —¿deben mantenerse, ser transitorios o eliminarse totalmente?— generan una clara partición en la sociedad argentina. Esta división sigue principios de justicia enfrentados: mientras que los que están a favor de las ayudas sociales y de los impuestos defienden una idea de justicia social basada en el poder redistributivo del Estado, los que creen que los planes sociales “fomentan la vagancia” y que los impuestos son un “castigo” promueven un principio de justicia basado, fundamentalmente, en el esfuerzo individual. 

La hipótesis de los autores es que estos criterios están asociados a marcos de referencia provistos por las coaliciones a las que cada cual adscribe y siguen un criterio claro en relación con el voto. Para los votantes del Frente de Todos, los planes sociales son recursos necesarios para los sectores más desfavorecidos, mientras que, para los votantes de Juntos por el Cambio, los planes sociales constituyen herramientas para acumular votos y fomentar el deterioro de la cultura del trabajo. 

Respecto de los impuestos, aparecen también posicionamientos polarizados. Mientras que para los votantes de JxC, la creación o aumento de impuestos constituye un castigo hacia los emprendedores; para los votantes del FdT, sirven para equilibrar el mal reparto de la riqueza.  

Lo mismo sucede con la cuestión de la inseguridad: enfoques progresistas —la inseguridad se combate atacando sus raíces sociales— se oponen claramente a enfoques punitivos —la inseguridad se combate con penas más duras—.

¿Qué define el voto?

El voto es el principal predictor de las opiniones, seguido por la edad, el nivel educativo y el tipo de empleo (sector público o privado).

La polarización en Argentina tiene fuertes componentes sociales: a mayor nivel educativo, mayor preferencia por candidatos de JxC. Dentro de cada segmento de clase hay diferencias, principalmente asociadas al trabajo en el sector público o en el sector privado. Estas se ahondaron con la pandemia de COVID-19, cuando los trabajadores del sector privado (en particular, los trabajadores por cuenta propia, informales o formales) experimentaron condiciones más desfavorables para mantener sus ingresos y tuvieron menos acceso a las ayudas del Estado. 

La juventud es más progresista en temas de género que las generaciones mayores, pero también es más punitiva (favorable a la portación de armas, a la pena de muerte). Además, manifiesta mayores rechazos a las élites políticas, lo que podría explicar su mayor preferencia respecto de otros segmentos de edad por posiciones políticas antisistema.

Los cuatro lados de la grieta

A grandes rasgos, cuando la polarización política de los y las votantes se expresa de manera más contundente, sigue la lógica bicoalicional de la competencia electoral, de “progresistas” y “conservadores”. Sin embargo, existen diferencias en el interior de las dos coaliciones.

A partir de las posiciones que mantienen frente a las diferentes agendas, se identificaron 4 grupos de votantes: los llamamos “progresistas”, “conservadores sociales”, “liberales moderados” y “liberal-conservadores”.

Progresistas tienen posiciones más consistentemente a la izquierda del espectro político en todas las agendas: rechazan los enfoques punitivos de la seguridad, apoyan los planes sociales y los impuestos, así como la intervención del Estado en la economía y la propiedad pública de empresas; también están a favor de los avances en materia de derechos sexuales, de género y reproductivos.
Conservadores sociales son, después de los progresistas, quienes tienen posiciones más marcadamente a favor de la redistribución y de la intervención del Estado. Pero también tienen posiciones menos punitivas que los otros dos segmentos en materia de seguridad. En cambio, son los más conservadores en materia de agenda cultural, con los índices más altos de rechazo al aborto, al matrimonio igualitario y a la adopción por parte de parejas del mismo sexo. 
Liberales moderados son, después de los progresistas, los que tienen posiciones más favorables a los avances en materia de derechos sexuales, de género y reproductivos, pero sostienen posiciones punitivas en materia de seguridad, están más en desacuerdo con las políticas distributivas y son críticos de la intervención del Estado, aunque no tan marcadamente como el grupo liberal-conservador. 
Liberal-conservadores tienen posiciones securitarias marcadamente punitivas, son claramente anti-distributivos y críticos del Estado, pero moderados en cuestiones de la agenda cultural.

Nota: Si los grupos, por así decir, intermedios representan bien a los votantes promedio tradicionales de los partidos mayoritarios, los segmentos de los polos están alineados ideológicamente con los programas de los núcleos de ambas coaliciones: el kirchnerismo (FdT) y el PRO (JxC).

Los progresistas y los liberal-conservadores constituyen las clases polares, con escasos acuerdos entre sí. Muestran que los principales ejes divisores de la sociedad argentina son, como vimos en el apartado anterior, el debate económico-distributivo y la seguridad. Defienden las ideas que representan los núcleos duros de las dos coaliciones electorales que organizan la competencia. Intensamente volcados hacia un lado u otro del espectro político, los dos grupos extremos son también los que tienen mayor proporción de personas con un alto nivel educativo.

Las clases “intermedias” (conservadores sociales y liberales moderados), por su parte, presentan diferencias menos marcadas: comparten, aunque con matices, una mirada favorable a la intervención del Estado y posiciones moderadamente punitivas en materia de seguridad, pero se distancian en lo que respecta a la agenda cultural (género, diversidad y aborto) y a la cuestión distributiva (planes e impuestos).

¿Qué novedades traen estos datos a la conversación pública sobre la polarización?

Sugieren que la polarización se centra en aquellos temas que adquieren saliencia pública durante un tiempo suficiente para consolidar posiciones de un bando y, casi en consecuencia, construir las del bando opuesto. Para que una cuestión cobre saliencia polarizadora, ambas coaliciones tienen que tematizarla y elaborar una posición clara al respecto. Y son los grupos más antagónicos de cada coalición quienes traccionan a los grupos intermedios.  

Existen temas de consenso intercoaliciones, en particular aquellos ligados al género, sobre todo en torno a los derechos LGBT. El aborto, al igual que en casi todo el mundo, sigue generando un importante rechazo en varios sectores, aunque, al menos hasta ahora, no se trata de un rechazo que lleve actualmente a una militancia contra la ley vigente. De todos modos, la experiencia internacional reciente señala que conviene ser prudentes. 

Hay temas de considerable importancia estratégica, como la cuestión ambiental y la explotación de recursos mineros, que, si bien generan protestas y movilizaciones, por el momento no han adquirido saliencia como temas divisivos a nivel de la opinión pública. Esto se debe, según los autores, a que ninguna de las dos coaliciones motoriza monolíticamente un diferendo al respecto, lo cual abre una oportunidad para hallar consensos.

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