El sector de software en Argentina emplea a más de 140.000 personas, con salarios y condiciones laborales superiores al promedio. El disfrute de este dinamismo no es equitativo. El sector mantiene una baja participación femenina, con solo un 30% de mujeres en empleos mayoritariamente funcionales o administrativos, frente a los mejor remunerados roles técnicos ocupados por varones. Esto responde a una cadena de segregaciones que comienza en la educación y persiste en el ámbito laboral. Promover el desarrollo dinámico del sector de software necesita construir una nueva agenda de políticas con sintonía más fina a sus necesidades y desafíos. Para traccionar una industria más diversa, representativa y sustentable es esencial estimular la inserción sostenible de mujeres y travesti-trans en los procesos productivos de software.

Ilustración: Micaela Nanni.

Un sector dinámico pero no para todos

El sector de software y servicios informáticos de Argentina es sumamente dinámico. Exporta USD 2400 millones anuales, ubicandose en sexto lugar, sólo por detrás de complejos tradicionales, como el sojero, cerealero o petrolero. Emplea a más de 140.000 trabajadores registrados y paga salarios en promedio un 86% superiores a la media del sector privado. Pero el disfrute de este dinamismo no es equitativo. Las mujeres representan poco más del 30% de los puestos de trabajo, cifra que se mantuvo prácticamente invariable en las últimas dos décadas.

El sector no nació masculinizado. Las mujeres fueron pioneras en el desarrollo de la informática y el trabajo no requiere atributos tradicionalmente masculinos, como la fuerza física. Sin embargo, persisten barreras que segregan a las mujeres en roles de menor demanda y remuneración, como áreas funcionales, mientras que los varones dominan los roles técnicos de mayor dinamismo y prestigio.

Abordar esta disparidad no solo beneficiaría a las mujeres, sino que también apalancaría la competitividad del sector mediante equipos de trabajo diversos. Para hacerlo, es necesario entender las dinámicas de segregación que configuran ocupaciones “masculinas” y “femeninas” en el sector y que implican oportunidades de participación, crecimiento y bienestar que están desigualmente distribuidas.

Menos mujeres en los puestos y en las aulas

Brecha de género en el empleo

La modesta participación femenina en el software no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, ni es único del sector. El porcentaje de mujeres en esta industria es cercana al promedio del empleo privado, por encima de industrias historicamente masculinizadas, como la minería.

Sin embargo, si miramos su evolución en el tiempo, el nivel de participación femenina en el sector se mantuvo constante desde 1996. Este estancamiento contrasta con la evolución del empleo privado en general, que aumentó 6 puntos porcentuales en los últimos 25 años. Y es llamativo si tenemos en cuenta la fuerte expansión tras la sanción de la Ley de Promoción de la Industria del Software en 2004.

Brecha de género en la educación

Las mujeres también representan una minoría en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y en particularmente en Informática. Del total de estudiantes de grado, el porcentaje de varones que cursan estos estudios casi triplica al de sus pares mujeres (32% versus 12%). La disparidad es aun mayor cuando focalizamos en las carreras informáticas (9,5% versus 1,4%). Esto no siempre fue así. Durante las décadas de 1960 y 1970, la carrera de computación de la UBA contaba con dos tercios o más de mujeres entre sus estudiantes .

Trayectorias femeninas, trayectorias masculinas

A pesar del despegue y dinamismo que ha demostrado el sector, hace décadas que las mujeres ocupan 3 de cada 10 puestos de trabajo registrados. Una cadena de segregaciones afecta las trayectorias de las mujeres en la producción de software, limitando su acceso a salarios más altos, sus posibilidades de avance y permanencia dentro de la industria. Este encadenamiento comienza en la infancia, sigue en la universidad, se refleja en los diferentes puestos que ocupan al ingresar al sector y se profundiza a lo largo de la vida profesional.

Distribución de roles. Ellas más administrativas, ellos más técnicos

Los perfiles femeninos y masculinos se insertan asimétricamente en la estructura ocupacional. Ellas se concentran en actividades administrativas y ellos en actividades de desarrollo de software que son más demandadas, mejor remuneradas y de mayor estatus. Esto configura ocupaciones “masculinas” y “femeninas” que dan lugar a una división estereotipada del trabajo al interior del sector.

A su vez, la acumulación de varones en roles técnicos mejor remunerados alimenta la brecha salarial de género, que se ubica en el 20%. Una cifra equivalente al promedio del sector privado, aunque llamativamente más amplia que la de otras industrias históricamente masculinizadas, como la industria (12%) o la minería (18%).

Dotación de competencias. Ellas más calificadas, ellos más especializados

Las mujeres reportan un menor nivel de habilidades y herramientas informáticas y un mayor rango de habilidades “blandas”. Esto explica por qué, a pesar de tener más calificaciones (en cantidad y años de experiencia educativa), su participación se reduce en el núcleo de la producción. La dotación más numerosa y amplia de competencias “blandas” fortalece la empleabilidad de las mujeres, pero las enquista en ocupaciones “femeninas” (Calidad, Análisis, Diseño y Gestión). Su dominio en general más acotado de herramientas informáticas limita su capacidad de ocupar puestos técnicos intensivos en programación.

Además, como vimos, las mujeres son pocas entre quienes cursan carreras informáticas. Si bien la titulación no es excluyente para acceder al sector, el menor nivel de educación informática supone barreras para la construcción de seniority, encarar transiciones laborales, participar en proyectos de alta complejidad o protegerse de la velocidad en los cambios tecnológicos.

Movilidad laboral. Ellas migran al sector, ellos ascienden

Si miramos qué tan rápido cambian de trabajo los y las trabajadoras del sector, vemos que el ritmo no es diferente entre mujeres y varones: en promedio 6 puestos cada 10 años. La cosa cambia cuando nos enfocamos en las ocupaciones. Los puestos más dinámicos tienden a encontrarse en las actividades técnicas de Desarrollo y Datos, que son a la vez las más masculinizadas.

El crecimiento en el sector está motorizado por la acumulación de experiencia, la visibilidad profesional y el conocimiento sobre modelos de negocio o productos específicos, todos atributos en los que los varones están mejor posicionados. La desigual participación en los procesos productivos ofrece mayores oportunidades de movilidad a los perfiles masculinos que a los femeninos.

La movilidad de las mujeres se da desde sectores y saberes no informáticos. Las trayectorias femeninas son menos lineales. Para ingresar al sector, ellas son capaces de capitalizar su formación en disciplinas orientadas al arte, las letras, la comunicación, la investigación y el diseño. Pero, la misma movilidad que admite el salto hacia la producción de software, también afianza su inserción y mayor participación en roles funcionales, más estáticos.

Recomendaciones para codear la equidad en la industria del software

El sector de software tiene un gran potencial de crecimiento y puede convertirse en un motor de desarrollo económico nacional. Para lograrlo, es necesario impulsar la equidad de género en sus procesos productivos, lo que implica derribar barreras que limitan el acceso de las mujeres a los procesos productivos. Al crear condiciones laborales más equitativas, la industria de software puede aprovechar mejor el talento humano, responder a la demanda creciente de empleo y construir una base sólida para el desarrollo sustentable. Para lograrlo, proponemos tres líneas centrales a tener en cuenta.

1. Desarrollar una hoja de ruta sectorial hacia la equidad

Desandar las segregaciones de género requiere construir un horizonte común de trabajo y fortalecer compromisos, capacidades y mecanismos de cooperación con la participación efectiva de los actores. 

Estrategias clave
  • Involucrar a comunidades, redes u asociaciones de mujeres y diversidades del sector en el diseño de políticas, a modo de multiplicar su alcance e impacto.
  • Territorializar las medidas con los aportes de cámaras, polos y clusters tecnológicos locales, para adecuarlas a las realidades sociales o necesidades productivas, compartir recursos y aprovechar vinculaciones institucionales.
  • Sistematizar la oferta educativa, diagnosticar mapas ocupacionales y generar estadísticas de género, para monitorear el progreso de forma coordinada y ajustar políticas según sea necesario.

2. Transversalizar la perspectiva de género en las políticas de desarrollo productivo orientadas al sector de software

Proponemos incorporar la perspectiva de género en todas las políticas y prácticas que guían el crecimiento del sector. Esto implica asegurarse de que las decisiones, programas y recursos destinados a la industria consideren y respondan a las necesidades y desafíos específicos que enfrentan mujeres y diversidades.

Estrategias clave
  • Estimular la adopción de cambios organizacionales entre empresas del sector, mediante la difusión del bono diferencial del régimen de promoción, la fiscalización del Decreto 144/2022 y la certificación de normas de calidad ocupacional.
  • Establecer objetivos de equidad en todos los planes de desarrollo productivo, asegurando que se destinen recursos para reducir la segregación de género en programas de formación, financiamiento o desarrollo de soluciones informáticas.
  • Evaluar los impactos de género. Medir cómo las iniciativas afectan a varones, mujeres y diversidades, identificando posibles desigualdades que puedan surgir.

3. Formar nuevos perfiles femeninos y fortalecer los perfiles ya insertos en el sector

La idea es tanto atraer a más mujeres a la industria, sobre todo en roles técnicos demandados y bien remunerados, como también potenciar las trayectorias de aquellas que ya trabajan en sus procesos productivos.

Estrategias clave
  • Crear programas de capacitación y certificación técnica destinados a mujeres en habilidades clave como programación, ciencia de datos y ciberseguridad, asegurando que puedan acceder a roles técnicos demandados y bien remunerados.
  • Estimular vocaciones informáticas en mujeres. Además de asegurar la participación de niñas y jóvenes en STEM desde etapas educativas tempranas, difundir información entre estudiantes de carreras feminizadas susceptibles de adaptación tecnológica.
  • Apoyar la reconversión y especialización técnica de trabajadoras del sector. Implica ofrecer becas para posgrados o participar de proyectos de impacto, además de acercar oferta educativa formal a mujeres capacitadas en cursos.
  • Establecer redes de mentoría, apoyo profesional e intermediación laboral donde las mujeres puedan compartir experiencias, fortalecer habilidades de liderazgo y recibir orientación profesional.

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