¿CUÁL SERÁ LA MONEDA ARGENTINA?

Hace décadas que el peso y el dólar circulan en nuestra economía. El dólar cada vez ocupa más espacios: tiene funciones que antes cumplía la moneda local. Se usa para ahorrar, pagar ciertos bienes e incluso ponerles precio. Plantear una economía en pesos no es realista, pero, hacer competir a las monedas tampoco. Como están las cosas, no hay chances de una pelea justa. 

Por eso proponemos un esquema de convivencia de monedas. Este busca rescatar el rol de una moneda nacional sana y robusta, reconociendo que esto sólo ocurrirá si el peso logra convivir eficientemente junto con otras alternativas. Lograrlo parece una hazaña de ficción, pero no lo es.

Las monedas deberían cumplir tres funciones: darnos referencia del costo de las cosas, permitirnos comprarlas y ahorrar conservando valor. Cuando la moneda local se deteriora, es decir pierde la capacidad de cumplir plenamente sus funciones, las monedas extranjeras entran en juego.

Jugador
PESO

⭐ Fortalezas
– Política monetaria propia
– Control frente a crisis externas
– Soberanía monetaria

☠️ Debilidades
– Inflación alta
– Pérdida de valor
– Inestabilidad

Convivencia de monedas

Jugador
DÓLAR

⭐ Fortalezas
– Estabilidad
– Inflación bajo control
– Reserva del valor

☠️ Debilidades
– No se puede emitir
– Exposición a shocks externos
– Depende de rerservas internacionales

Argentina bimonetaria

Argentina es una economía bimonetaria. Esto, en sí, no nos dice mucho. En cualquier país del mundo hay transacciones y contratos en varias monedas. Argentina no es única en este sentido. Sí destaca porque esta circulación de monedas locales y extranjeras no está contenida ni controlada. Ganamos y gastamos en pesos, pero ahorramos y pensamos en dólares.

Esto no surge de la nada. Es el resultado de la inestabilidad y devaluación constante del peso. Se explica por experiencias de inflación sostenidamente elevada, donde los contratos se acortan, el ahorro en moneda nacional se licúa y la acumulación de dolares “bajo el colchón” aumenta. Hay un montón de operaciones que sólo se hacen en dólares y muchos billetes en los colchones.

Esta situación plantea varios desafíos. Por un lado, abordar la falta de confianza en la moneda nacional y recuperar el rol del peso sobre bases sólidas y perdurables. Por otro lado, dar un cauce al gran volumen de moneda extranjera atesorada por los argentinos por fuera del sistema oficial.

FIGHT: Un partido desigual

El dominio del peso se mantiene hoy sobre bases artificiales. El “cepo” desconoce que en la realidad se usan más de una moneda para operar. 

  Esto pone presión sobre el tipo de cambio; y, en un contexto de alta inflación, hace que las devaluaciones se reflejen más rápido en los precios. 

 Además, la inestabilidad en el valor de la moneda local complica el desarrollo de un mercado de inversiones en pesos y limita las opciones de financiamiento público y privado. Entonces: el crecimiento económico y las exportaciones se ven afectados, lo que hace que haya menos dólares disponibles y vuelve a generar presión sobre el tipo de cambio. Es decir, genera un círculo vicioso.

FATALITY: Competencia de Monedas

La Competencia de Monedas postula la desregulación plena para utilizar cualquier moneda. Las personas pueden poner sus precios y hacer sus transacciones en la moneda que elijan.

→ Dado el deterioro de la moneda nacional, esto no parece una opción de política económica ni razonable ni factible.

 Promueve así una dolarización “endógena”. Se empieza a utilizar de manera creciente una moneda extranjera para transacciones y ahorros. Esto tiene las mismas consecuencias que la adopción oficial de esa moneda (dolarizar). 

Es decir que, si bien podría eliminar algunas de las fuentes de inestabilidad, no las solucionaría del todo. E incluso en los casos en que algo haría, sería con el alto costo de sacrificar instrumentos fundamentales (como la política cambiaria). Sin estos, no podríamos absorber shocks exógenos (como cambios de precios en las commodities), reducir la volatilidad y conducir eficientemente la política macroeconómica.

¿PARA QUÉ COMPETIR
SI PODEMOS CONVIVIR?

Pensemos un esquema de convivencia de monedas: algunas operaciones pueden hacerse en dólares (no cualquiera) y otras tienen incentivos específicos para hacerse en pesos.

 

La Convivencia de Monedas que planteamos establece ámbitos y reglas claras de cuándo se usa moneda extranjera y cuándo moneda local. Nuestra opción reconoce (en lugar de reprimir) cierta necesidad o conveniencia de utilizar monedas extranjeras, pero apuesta al fortalecimiento de la moneda local. Fortalecer el peso es esencial para reducir la inflación y fomentar la estabilidad a largo plazo. De este modo, vamos a mejorar la competitividad, atraer inversiones y promover el desarrollo.  

 

Pero no sin antes establecer las reglas

Lograrlo requiere establecer una serie de reglas que definan qué rol tendrá el dólar y cuál el peso, y qué ámbitos le corresponden a cada moneda. Proponemos seis medidas: las primeras tres para expandir las transacciones que se pueden realizar con dólares, las tres últimas para equilibrar el uso del dólar para transacciones y ahorro.

El peso será la moneda de curso legal, pero se permitirán pagos en otras monedas. Será la única moneda obligatoria en la cual se expresan los precios públicamente en la economía, salvo excepciones optativas. Se mantendrá como la moneda exclusiva para el pago de impuestos, pago de gastos del Estado, los informes financieros de residentes en el país y los créditos (comerciales y a entidades subnacionales), salvo excepciones. 

Se propone desarmar el actual “cepo” y avanzar gradualmente hacia un régimen de flotación administrada, que combina la intervención de los bancos centrales y los gobiernos con las fuerzas del mercado para determinar el valor de la moneda. Esto requiere: i) aumentar las reservas en moneda extranjera del BCRA, ii) establecer regulaciones que protejan a la economía local de las transacciones en mercados internacionales, iii) lograr un equilibrio fiscal evitando financiar el déficit público con emisión monetaria.

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Facilitar el acceso al mercado de capitales tanto para las empresas (para conseguir financiamiento) como a las personas físicas y jurídicas (para canalizar sus divisas y obtener rentabilidad en moneda extranjera).

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Proponer que los bancos exijan un porcentaje más alto de reserva para los depósitos en dólares (para que sea mayor que el de los depósitos en pesos). También es importante mantener las reglas que controlan el crédito en dólares, asegurando que estos préstamos se paguen en el mercado oficial. Se podrían hacer ajustes sólo para quienes generan dólares en la economía local. Además, sugerimos limitar la cantidad de dinero en dólares que los bancos pueden prestar (en con lo que tienen disponible en esa moneda). Finalmente, se propone aumentar de manera gradual el seguro de los depósitos en pesos.

Para tener un mercado cambiario más integrado, transparente y con suficiente liquidez, se debería mantener la obligación de liquidar todos los ingresos en dólares provenientes de las exportaciones. Esto ayudaría a aumentar el flujo de divisas en el mercado. Además, se propone derogar el Decreto 28/2023, que establece que el 20% de las exportaciones no se debe liquidar a través del mercado oficial (el “dólar blend”).

Una vez que se elimine el «cepo» cambiario, se sugiere restablecer el Decreto 616/2005, que establecía que los fondos que ingresan al país debían ser depositados de manera temporal. Esta medida ayuda a evitar que haya flujos especulativos de dinero que entren y salgan rápidamente, protegiendo la estabilidad económica del país.