La discusión actual sobre el desarrollo aspira a superar la oposición entre sectores primarios y manufacturas. Por años predominó en la discusión en América Latina la idea de que las actividades primarias no cuentan con el dinamismo necesario para aportar a una transformación estructural de la economía; en los últimos años, no obstante, ha surgido y se ha consolidado un consenso respecto a que estas actividades sí pueden fortalecer las capacidades productivas y de innovación, y de esta manera ofrecer una oportunidad y una palanca para el desarrollo. Esta discusión es especialmente importante para la Argentina, cuyo patrón de inserción en el comercio internacional está fuertemente direccionado hacia recursos renovables y sus derivados, y que tiene además un potencial importante en minería e hidrocarburos no convencionales.
De manera muy sumaria, se pueden reconocer al menos dos versiones de la idea de que los recursos naturales pueden jugar un papel clave en el desarrollo de la región y de nuestro país. La primera —que en otro trabajo hemos llamado la visión estática del desarrollo hacia afuera (Bril Mascarenhas et al., 2020)— propone especializarse en aquellas actividades en las que, debido a la dotación de factores productivos, nuestra economía cuenta con ventajas comparativas estáticas. El objetivo de promover la agricultura de exportación mediante una liberalización amplia del comercio exterior se inscribe dentro de esta idea. La estrategia deja de lado otros objetivos, como la creación de empleo de calidad, la diversificación de la estructura productiva y la generación de capacidades tecnológicas; y, en último término, tiene serios límites para articular una coalición social y política amplia capaz de sostenerla en el tiempo.
La segunda versión de esa idea es la del consenso emergente al que aludimos en el primer párrafo, que se pregunta cuál es la mejor estrategia para utilizar la dotación de recursos renovables y no renovables que caracteriza a gran parte de las economías latinoamericanas —o, al menos, a su canasta exportadora— como una palanca para promover la innovación, los eslabonamientos productivos y la creación de capacidades tecnológicas. En suma, para promover una mayor diversificación de la economía hacia actividades intensivas en conocimiento y de mayor valor agregado.
Se trata de una visión optimista y a la vez prudente respecto al potencial de los recursos naturales como palanca del desarrollo. Entiende que, en las condiciones actuales de la economía internacional y el cambio tecnológico, es posible la generación de eslabonamientos productivos y capacidades en torno a los recursos renovables y no renovables, y la promueve abiertamente. Pero a la vez advierte que para que estos resultados virtuosos lleguen a producirse, se requiere la intervención activa del Estado y de políticas públicas bien diseñadas que incorporen el contexto local y la perspectiva de los actores. Esta estrategia de desarrollo plantea a la vez importantes desafíos sociales y ambientales, lo que convoca a la pregunta por posibles transiciones hacia tecnologías y formas de producción más sustentables. El presente documento recorre los puntos centrales de esta segunda perspectiva, como un paso necesario para mapear el terreno teórico y propositivo de una agenda de trabajo sobre eslabonamientos productivos con base en los recursos naturales, que esté a la vez atenta al desafío de la sustentabilidad.