Argentina en general, y el gobierno de Milei en particular, se enfrenta al desafío de vender más en un mundo que comercia cada vez menos.
En el primer mes del año se registró una contracción en el total del comercio internacional de bienes en comparación con enero pasado, aunque en esta oportunidad con un saldo positivo para el país. En otras palabras, exportamos más de lo que importamos, pero comerciamos menos. Este balance, ¿abre una nueva ventana de oportunidad para la Argentina? Existen potencialidades para que nuestras exportaciones crezcan, pero esta meta sólo puede materializarse con un Estado activo, que renueve su mirada internacional y comprenda los riesgos y oportunidades de las nuevas dinámicas mundiales. No parece ser esta la dirección del gobierno de Milei si tenemos en cuenta sus reiteradas menciones a un comercio “sin intervenciones”, el aumento en las retenciones y el rechazo a la firma de acuerdos comerciales.
Pero hagamos un repaso de cuál es el país que encuentra la actual gestión en cuanto a su capacidad exportadora. Argentina representa el 0,3% del comercio mundial de bienes y 0,2% del comercio mundial de servicios, cifra que no ha variado a lo largo de la década. Aun siendo un país con mucho para ofrecerle al mundo, la confluencia de políticas inestables y una mirada parroquial han llevado a que Argentina siga teniendo una participación limitada en los mercados globales. Las exportaciones siguen concentradas en pocos mercados y productos, que son vulnerables a los shocks internacionales. Pocas empresas argentinas se integran a los mercados globales y, cuando compiten frente a compañías de EEUU, Europa, o Asia, lo hacen en desventaja, puesto que estas, además, reciben cada vez más apoyo de sus Estados nacionales.
El total de las exportaciones de 2023 fue de u$s66.788 millones. Este resultado, que es algo menor que el de 2022, nos deja en una posición semejante en volumen de comercio a otros países en desarrollo como Nigeria, Kazajstán o Perú, pero debajo de Chile. Con una suba interanual de las exportaciones de 9,6% en enero de 2024, Argentina alcanzó u$s5.398 millones y tuvo un superávit de u$s797 millones -que se explica también por la caída de las importaciones del 14,3% en el primer mes del año-.El balance positivo resalta frente al déficit que se sostuvo entre marzo y noviembre del año pasado, producto de la conjunción de la sequía y malas condiciones macroeconómicas. En materia de servicios no hay aún información disponible del mes pasado.
Los datos del INDEC muestran que en el tercer trimestre de 2023 las exportaciones alcanzaron los u$s3.976 millones, con una participación importante del rubro de servicios empresariales, aunque con saldo negativo para el trimestre de -u$s1.743 millones.
En cuanto a los mercados para las exportaciones de bienes, Brasil, China y EEUU, en ese orden, se posicionan como los más importantes. De hecho, el 32,4% de las exportaciones de enero fueron a estos países, denotando una concentración marcada de destinos. En la lista siguen socios claves de América Latina: Chile, Perú, por un lado; y del Sudeste asiático: Indonesia y Vietnam, por otro. Estos cuatro destacan además por ser socios con los que Argentina tiene un saldo positivo, y donde las exportaciones han venido creciendo con dinamismo. Entre estos socios, sin embargo, hay diferencias importantes: mientras que China, Indonesia y Vietnam compran a Argentina fundamentalmente cereales, carnes y pescados; con Brasil, Perú, Chile, y parcialmente con Estados Unidos, hay un comercio que incluye manufacturas, como autos y maquinaria, y otros productos procesados, como vinos o insumos médicos.
Cabe notar que, de acuerdo con los valores de enero 2024, el 77% de las exportaciones de manufacturas de origen industrial de la Argentina quedaron en nuestro continente. Más puntualmente, 59,5% se destinaron a países de América Latina. Estas particularidades indican que cada mercado exige acciones diplomáticas y de promoción específicas y que ciertamente no da lo mismo, en términos de comercio, qué socios se priorizan en la inserción internacional y la política externa.
Hay variables nacionales que explican tradicionalmente estos desempeños: la creciente inflación, la falta de continuidad en las políticas de apoyo a exportadores, el limitado acceso a financiamiento y las restricciones al mercado de cambios. En perspectiva histórica, la realidad es que los problemas de la inserción comercial externa de Argentina se reiteran desde hace años. El comercio exterior ha sido recurrentemente la variable de ajuste ante los problemas macroeconómicos siempre urgentes. Como consecuencia, no ha habido una estrategia de políticas que logre ser sostenible en el tiempo. Simplemente ningún intento duró lo suficiente. Argentina quizás haya podido darse esos lujos cuando la globalización estaba en auge, con una demanda externa en expansión y precios internacionales favorables. Pero no con la actual y muy problemática coyuntura global. No olvidemos que cualquier explicación para una mala performance exportadora debe mirar lo que sucede en el mundo.
Fenómenos que pudieran parecer lejanos, como la inestabilidad que azota al Mar Rojo, la sequía en Panamá y el mayor riesgo geopolítico terminan impactando en Argentina. Cabe notar que -tal como reporta el último reporte del Intercambio Comercial Argentino del INDEC- en enero 2024 los costos de los fletes internacionales se incrementaron casi 30 dólares por tonelada, respecto de diciembre de 2023. El precio de los alimentos a nivel global viene en descenso, impulsado tanto por mejores cosechas en el hemisferio sur como por las políticas de competitividad de países exportadores con grandes capacidades, que llevan -artificialmente- a la reducción de precios. Ante un régimen multilateral de comercio más debilitado, se multiplican prácticas distorsivas. De acuerdo con el observatorio “Global Trade Alert”, hay 306 medidas de distintos países del mundo que restringen las exportaciones de Argentina y/o afectan negativamente su posibilidad de competir en los mercados.
Comercio exterior: ¿Qué se puede esperar del Gobierno de Javier Milei?
Dijimos en el comienzo que Argentina en general, y el gobierno de Milei en particular, se enfrenta al desafío de vender más en un mundo que comercia cada vez menos. Para 2024 las proyecciones del comercio mundial sugieren una recuperación del lánguido 2023 que, fuertemente afectado por variables geopolíticas y climáticas, tuvo un crecimiento en torno al 0,7% anual.
Para este año, las miradas de los organismos internacionales oscilan entre un 3,3% (según la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional), y 2,4% (de acuerdo con UNCTAD). Estos números son menores a los de los años 90´s y 2000´s, y comienza a ser el patrón post-pandemia. Entre otros, el crecimiento de las barreras al comercio, las distorsiones que genera la promoción de política industrial en EEUU, la Unión Europa y otros países desarrollados, junto con la fragmentación geopolítica y el aumento de la conflictividad internacional, así como la exposición al riesgo de crisis climáticas traccionan hacia un menor dinamismo en los mercados globales.
En síntesis, tanto por limitaciones internas como por factores externos, tanto por circunstancias históricas como por motivos coyunturales, el escenario que enfrenta Argentina para multiplicar sus exportaciones en los próximos años es más que desafiante. La reconfiguración del panorama internacional conlleva la necesidad de rediseñar y sostener una estrategia con una mirada renovada y ajustada a la dinámica de los mercados existentes -y no los imaginados-.
El cambio global requiere un nuevo y más audaz enfoque. Es imprescindible una política comercial estratégica proclive a una inserción sostenible social y climáticamente: apoyo activo a empresarios exportadores, pero también una diplomacia equilibrada que incorpore en su accionar las lecturas de riesgo geopolítico y diversifique vínculos, la construcción de acuerdos que faciliten el acceso a mercados de nuestros productos y el sostenimiento de señales claras en materia de transición energética. En este contexto, reiterar los viejos errores puede tener consecuencias dramáticas para el país.