Introducción
En las últimas décadas, la discusión en torno a la transición energética se ha avivado debido al avance del cambio climático. Se destaca la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y de disminuir la emisión de gases de efecto invernadero. A su vez, al analizar la distribución y el acceso a la matriz energética para uso residencial, se concluye que el modelo energético actual es, además de insostenible, profundamente injusto y desigual. Para abordar esta problemática, se acuñó el concepto de Pobreza Energética, que busca visibilizar, estudiar, mitigar y revertir la manera en que se satisfacen las necesidades energéticas de la población.
Existen distintas métricas relativas a la Pobreza Energética. Los enfoques de subsistencia, por ejemplo, definen los indicadores en función del monto destinado a cubrir los gastos energéticos del hogar y su relación con los ingresos del mismo. Los índices multidimensionales, por otro lado, consideran también aspectos como la posibilidad de acondicionar térmicamente la vivienda, la percepción del costo de la energía, el acceso a tarifas diferenciales, las desigualdades de género en relación a la energía, entre otras dimensiones pertinentes.
Sin embargo, es fundamental que estas métricas sean adaptadas a los diferentes contextos territoriales, ya que la magnitud y naturaleza de la Pobreza Energética varían significativamente de una comunidad a otra. Por ejemplo, las métricas actuales no reflejan adecuadamente la situación de los residentes de Barrios Populares, que representan más de 4 millones de personas en Argentina. Estos barrios enfrentan condiciones de vulnerabilidad y pobreza estructural y energética, y carecen en su mayoría de conexiones formales a la red eléctrica y de gas natural domiciliario. Por tanto, es necesario diseñar métricas específicas para abordar la Pobreza Energética en estos contextos y garantizar el acceso equitativo a fuentes de energía seguras, efectivas y de calidad para toda la población sin importar su ubicación geográfica o situación socioeconómica.
Características específicas del proyecto
Este proyecto surge de la preocupación por la desigualdad estructural y su relación con el acceso desigual a la energía en los Barrios Populares. Para analizar las condiciones de pobreza energética en estas comunidades, se evaluaron tres dimensiones: acceso seguro, eficiencia térmica de la vivienda y gastos totales destinados a combustibles y servicios energéticos.
Se utilizó la información del Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP) para realizar un estudio adicional que permitiera establecer las principales combinaciones de acceso a la electricidad y los combustibles utilizados para cocinar y calefaccionar. Esto reveló tendencias regionales claras, como la preponderancia del uso de leña para cocinar y calefaccionar en los Barrios Populares del Cuyo, el Norte y gran parte de la Patagonia.
Sin embargo, el Registro Nacional de Barrios Populares presenta limitaciones, ya que su unidad mínima de análisis es el barrio y no permite evaluar dimensiones como la calidad constructiva de la vivienda o la composición familiar. Por lo tanto, se utilizó la Encuesta Nacional de Gastos de Hogares para identificar hogares con características similares a aquellos ubicados en Barrios Populares.
Así, se creó y evaluó un índice multidimensional de Pobreza Energética para Barrios Populares que pone especial énfasis en la seguridad del acceso y el uso final de la energía, así como en la eficiencia térmica de la vivienda. Para ello se analizó el tipo de combustibles utilizados para cocinar y calefaccionar y la forma de acceso a la electricidad. Además, se asumió que si un hogar no declara gastos de factura eléctrica, es porque tiene una conexión informal. La eficiencia térmica de la vivienda se evaluó a través de los materiales de construcción de la vivienda y la presencia o ausencia de cielorrasos y revestimientos.
El uso final de la energía se evaluó mediante la base de datos de artículos y equipamiento de la vivienda, otorgándoles diferentes valores de seguridad según el tipo de conexión o combustible utilizado. Además, se calculó el monto total que el hogar destina a la energía, incluyendo facturas de servicios y la compra de leña y carbón para cocinar y/o calefaccionar. Se comparó esta cantidad con el total de ingresos del hogar y se consideró problemático cuando la relación es mayor a dos veces la mediana nacional o si el hogar está por debajo de la línea de pobreza por ingresos.
Finalmente, se realizó un análisis de clusterización, que permitió establecer grupos de casos con características similares dentro de los hogares estudiados. Así se encontraron tres grupos o clusters de hogares con similitudes en cuanto a la intensidad y calidad de su situación de pobreza y vulnerabilidad energética.
Implicancias para la sociedad
Las comunidades de los Barrios Populares hacen parte de los sectores más empobrecidos de nuestras ciudades, sus estrategias de subsistencia, que muchas veces incluyen el establecimiento de redes informales de acceso a la energía y a los servicios básicos en general, son una respuesta potente a una ciudad y un Estado en donde priman las lógicas mercantilistas de uso del territorio. Sin embargo, estas conexiones informales implican también mayores riesgos y menores garantías para la vida y la salud.
El diagnóstico de la situación energética de los Barrios Populares permite establecer prioridades de intervención y asignación de recursos para abordar de manera efectiva las condiciones de precariedad y vulnerabilidad en que viven estas comunidades, ya que la generación colectiva de soluciones es un paso necesario para la construcción de una transición energética justa y para todxs.