El algodón argentino representa una de las principales materias primas utilizadas en la industria textil-indumentaria a nivel global. El crecimiento de la población, el aumento en el ingreso global y los cambios en los patrones de consumo hacia la moda rápida mantienen alta su demanda. Las proyecciones indican que el consumo mundial crecerá 1,8% anual a lo largo de la próxima década, y que los precios se mantendrán en un nivel alto en comparación con décadas previas. En estas condiciones, existe una gran oportunidad para mejorar potenciar producción de algodón y consolidar este mercado de exportación.
El algodón es una de las materias primas clave de la cadena textil-indumentaria y una de las industrias más antiguas del país. Ocupa un lugar importante en la estructura productiva, entre otros motivos porque genera una importante cantidad de empleo. A diferencia de otros países, Argentina cuenta con producción local en todos los eslabones de esta cadena de valor, incluyendo la producción de fibras naturales de algodón, lana y camélidos. Además, el algodón es uno de los pocos productos de esta cadena que se exportan.
La producción actual de algodón argentino
La producción de algodón en bruto en Argentina se concentra en tres provincias: Santiago del Estero, Chaco y Santa Fe, abarcando 560 mil hectáreas y 2500 productores. Sin embargo, la distribución es desigual. El 20% de los productores más grandes controla el 80% de la superficie, mientras que los pequeños productores (40% del total) sólo poseen el 4%. Esta desigualdad se refleja también en el acceso a tecnología, con grandes productores con acceso a semillas de calidad y maquinaria moderna, incluso desmotadoras propias, mientras que los pequeños dependen de programas estatales.
La productividad del algodón en Argentina es baja comparada con los principales países exportadores. A pesar de registrar un aumento en la última década, la cantidad de toneladas de fibra por hectárea es similar a la media mundial y muy inferior a la de los principales productores como China y Brasil.
El peor desempeño relativo de la producción algodonera local también se verifica en el porcentaje de desmote. Este indicador mide la recuperación proporcional de fibra sobre el algodón en bruto (un mayor porcentaje de recuperación equivale a mayores rendimientos). Argentina se encuentra entre los países con menor porcentaje de desmote. Con un valor de 33%, se asemeja a los valores mínimos registrados a nivel mundial y sólo superior al de 5 países.
Momento de oportunidades
Entre 2020 y 2022, las exportaciones promediaron 120 mil toneladas, un nivel que no se alcanzaba desde finales de la década de 1990, gracias a una mejora en los rendimientos durante los últimos siete años. Sin embargo, los niveles actuales son aún menores que el promedio de esa década y representan sólo una tercera parte del máximo histórico registrado en 1996, cuando las exportaciones llegaron a 342 mil toneladas.
Durante la segunda mitad la década de 1990, Argentina llegó a representar en promedio el 4,5% de las exportaciones mundiales de algodón, con un valor anual promedio de USD 330 millones (World Integrated Trade Solution, 2022). En la actualidad, sólo representa el 1,4%, con un valor actual de las exportaciones que es casi la mitad de lo que fue en ese entonces.
La diferencia de calidad entre el algodón nacional y los algodones de otros países competidores es uno de los factores que explican el desplome de las exportaciones argentinas. Ya sea por ventajas climáticas, la disponibilidad de mejores semillas o el cumplimiento con certificaciones de calidad, los competidores globales son más atractivos hoy que lo que ofrece el mercado local.
En la actualidad, el surgimiento de nuevos hábitos de consumo ofrece nuevas oportunidades para ampliar los mercados de exportación de algodón. La creciente preocupación por la sostenibilidad ambiental y la responsabilidad social junto con el compromiso de fabricantes y reconocidas marcas de ropa ha impulsado el surgimiento de nuevas alternativas de producción, que representan también nuevos nichos de exportación.
Mejorar la calidad del algodón argentino requiere de esfuerzos en toda la cadena
La calidad del algodón sólo puede conocerse con precisión después de pasar por el desmote. Los productores agrícolas venden el algodón en bruto sin tener un conocimiento preciso de la calidad de su producto. En cambio, los compradores (acopiadores y desmotadoras) están en una posición ventajosa, dado que cuentan con información detallada sobre la calidad final de la fibra. Atender esas asimetrías es fundamental para tener un sistema de precios que premie a quienes producen una fibra de mayor calidad.
Además, la definición misma de la calidad del algodón todavía debe modernizarse. Actualmente, coexisten en el país dos sistemas para clasificar el algodón según su calidad: uno tradicional y otro tecnológico.
El primero, basado en la evaluación visual y manual de la fibra en comparativa con patrones oficiales, se utiliza para fines comerciales. Al ser subjetivo, puede generar inconsistencias en los resultados. El segundo, que utiliza Instrumentos de Alto Volumen (HVI, por sus siglas en inglés), ofrece una evaluación más precisa y objetiva. Hoy el acceso a esta tecnología es limitado, principalmente, a grandes desmotadoras e hilanderías.
Tres claves para mejorar la calidad del algodón argentino
Aunque existen otros factores que entran en juego, como las condiciones climáticas, del suelo y la maquinaria utilizada, la calidad de las semillas es uno de los factores más importantes. Explica, en gran parte, el peor desempeño relativo de la producción de algodón en Argentina, como se analiza en el documento.
Por un lado, se observa que en Argentina los rindes por hectárea son considerablemente inferiores a los de países como Brasil, Estados Unidos o China. Por otra parte, influye también en que los productores en Argentina obtienen menor cantidad de fibra sobre el algodón en bruto que el promedio a nivel global.
La consolidación de los sistemas de siembra en surcos estrechos desde finales de la década de 1990 trajo consigo un relevante aumento en los rendimientos.
Sin embargo, la técnica de surcos estrechos tiene una desventaja importante. El escaso distanciamiento entre los surcos no permite su recolección con cosechadoras de tipo picker (al menos de los modelos más difundidos en el país), por lo que se utilizan mayoritariamente cosechadoras de tipo stripper. Las cosechadoras stripper arrastran mayor cantidad de impurezas, produciendo una fibra de menor calidad.
El otro desafío concierne a las desmotadoras. El sector de desmotadoras en Argentina enfrenta desafíos significativos debido a un rezago en la eficiencia de desmote en comparación con los estándares globales (mencionados anteriormente) y a la antigüedad de su parque desmotador.
Las prácticas agrícolas actuales se alejan de las llamadas Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), un conjunto de recomendaciones técnicas diseñadas para optimizar tanto la calidad de los cultivos como la sostenibilidad ambiental. Tienen como objetivo asegurar una producción responsable que mejore la calidad del algodón y minimice su impacto en el ambiente.
Su adopción en Argentina enfrenta desafíos. Especialmente, se pueden observar entre los pequeños y medianos productores. Muchas veces carecen de incentivos, recursos y acceso a la capacitación necesaria para implementarlas de manera efectiva.
Cuatro propuestas para atender los desafíos del sector algodonero y potenciarlo
Para aumentar la producción de algodón de calidad la prioridad debe ser establecer un sistema de precios confiable que retribuya la calidad. En el país, existe una trayectoria de políticas y programas que abordan algunos de estos problemas; en esos casos, es importante continuar con dichas políticas.
No obstante, para potenciar el sector, resulta fundamental incluir cuatro aspectos en el diseño de nuevas políticas:
1. Clasificación de la calidad de la fibra
En la mayoría de los países con producción algodonera las clasificaciones de calidad se realizan mediante instrumentos HVI. En Argentina, aunque existen laboratorios públicos y privados que utilizan instrumentos HVI, no existe una red consolidada a nivel nacional que ofrezca este servicio.
Establecer una red nacional de laboratorios HVI permitiría obtener mediciones objetivas y confiables sobre la calidad de la fibra, lo que promovería la transparencia en la fijación de precios.
En este contexto, es fundamental avanzar en la creación e implementación de una Red Nacional de Laboratorios HVI. Esta red facilitará la generación de un sistema de precios de referencia transparentes que reflejen los distintos niveles de calidad de la fibra.
2. Trazabilidad de la producción
Un aumento general en la calidad de la fibra del algodón producido en el país requiere que la cadena en su conjunto ponga en marcha un proceso de mejora continua. Para que esto suceda, es fundamental que la cadena cuente con una base de datos precisos, trazables y sistematizados de las características del algodón producido. Así los productores podrán identificar áreas de mejora en sus prácticas de cultivo y cosecha.
3. Propiedad intelectual y fiscalización en semillas
El marco normativo de la propiedad intelectual de las semillas permite el uso propio de semillas por parte de los productores, pero no su comercialización. En la práctica, el abuso de este marco normativo genera un enorme mercado ilegal de semillas.
Este problema tiene que ser abordado de manera integral: los esfuerzos en la fiscalización deben ser complementados con cambios normativos que mejoren la rentabilidad de las empresas de semillas y especialmente con incentivos a que los productores inviertan en semillas de calidad.
4. Acceso al crédito para la modernización del parque desmotador y para la promoción de uso de máquinas cosechadoras picker
Otro punto importante tiene que ver con promover el uso de mejor tecnología en todo el proceso productivo. En el ámbito de los productores primarios, se desea promover el uso de máquinas cosechadoras picker para lograr cosechas con menor proporción de impurezas, lo cual influye en la calidad de la fibra. Para que los productores adopten este tipo de maquinaria, es fundamental avanzar primero en el uso de semillas de mejor genética, que ofrezcan buenos rendimientos en surcos normales.
Tanto en el caso de los pequeños productores como de los grandes, el acceso al financiamiento potenciaría estas mejoras. Para los primeros, se busca promover el acceso a tecnologías adaptadas a sus necesidades, como las mini desmotadoras. Para los segundos, promover la modernización del equipo industrial por uno más eficiente en términos productivos y energéticos.