El calentamiento global se acelera y trae consigo un clima más extremo e impredecible. Olas de calor, sequías, inundaciones y el aumento del nivel del mar ya hechos concretos, cada vez más intensos y frecuentes. En el esfuerzo por mitigar el cambio climático y adaptarse a sus consecuencias, se transforman políticas, tecnologías, dinámicas de producción y preferencias sociales, redefiniendo las reglas y los parámetros de desarrollo e inserción internacional de los países. Argentina viene navegando esta transición sin un rumbo claro y corre el riesgo de quedar rezagada, perder oportunidades y exponerse a riesgos excesivos, especialmente ante la llegada de un gobierno reactivo a la agenda climática.
La discusión sobre cómo abordar el cambio climático desde Argentina es, en esencia, una discusión sobre desarrollo. Para construir sobre un diagnóstico global claro, sistematizar los riesgos a los que se enfrenta el país y ponderar posibles vías hacia adelante, presentamos este documento, como punto de partida para promover una agenda integral de cambio climático y desarrollo.
El cambio climático como megatendencia global
Dada la omnipresencia de los combustibles fósiles en el funcionamiento de las sociedades modernas, la transición hacia una economía baja en carbono requiere un cambio profundo. Algunos sectores deben expandirse rápidamente para aumentar su producción y participación en el mercado, mientras que otros deben transformarse radicalmente o achicarse hasta desaparecer.
Estos procesos se dan de manera simultánea y, en ocasiones, contradictoria: el acelerado surgimiento de la economía verde convive con que la gran mayoría de las actividades aún dependen de los recursos fósiles. La superposición de estas dos fuerzas genera un período de transición intermedia en el que el sistema energético y productivo basado en combustibles fósiles coexiste con uno emergente, bajo en carbono.
Este período intermedio engendra riesgos e incertidumbres porque la coordinación entre los actores es imperfecta, la velocidad de la transición y las tecnologías que se impondrán son inciertas, y la magnitud de los impactos de los eventos climáticos resultan en ocasiones impredecibles.
En este contexto, Argentina debe prestar atención a ciertas tendencias clave:
1.
El escrutinio internacional sobre la política climática de los países va a aumentar. En la medida en la que se acerca el año 2030, las emisiones continúan excedidas respecto de la meta del Acuerdo de París y se intensifican los impactos del cambio climático, se configura un escenario de gobernanza climática cada vez más exigente. Esto implica una mayor atención sobre los esfuerzos de reducción de emisiones de los países, que redunda en mayores condicionamientos y requisitos para acceso a financiamiento y mercados de exportación.
2.
La competencia geopolítica por la dominación de tecnologías verdes se va a intensificar. Los países que logren consolidarse como proveedores de bienes y servicios sostenibles podrán capitalizar beneficios en términos de generación de exportaciones y empleo, dominancia tecnológica y posicionamiento geopolítico. El liderazgo de China en la fabricación de tecnologías verdes despertó en años recientes una contraofensiva comercial de Estados Unidos y los países de la Unión Europea, que impulsan procesos de industrialización verde para recuperar la capacidad manufacturera en estas cadenas de valor. Mientras tanto, los países de medios y bajos ingresos quedaron rezagados del proceso, y su inserción en los nuevos mercados verdes constituye un desafío clave para su desarrollo.
Los riesgos que enfrenta la Argentina
Los riesgos derivados del cambio climático pueden agruparse en dos:
- los riesgos físicos, vinculados a los impactos directos los eventos climáticos;
- los riesgos de transición, relacionados a los cambios en las políticas, la tecnología, la dinámica del mercado y las preferencias sociales en el tránsito hacia economías sostenibles.
Argentina se enfrenta a una serie considerable de ambos tipos de riesgos. Muchos de ellos están vinculados a su nivel de desarrollo relativo y sus niveles de vulnerabilidad social, debido a altas tasas de pobreza y procesos de urbanización desordenada. Otros están vinculados a su perfil de especialización productiva: la escasa diversificación de sus exportaciones, altamente concentradas en productos primarios y manufacturas intensivas en recursos naturales con bajo contenido tecnológico.
Riesgos físicos
Los impactos climáticos más significativos incluyen el aumento de las temperaturas medias, una mayor frecuencia de olas de calor, el incremento de precipitaciones extremas y períodos de sequía, la elevación del nivel del mar y el retroceso de glaciares. Estos cambios resultan, a su vez, en inundaciones más frecuentes en algunas áreas, una reducción en la disponibilidad de agua en otras, y una mayor extensión, frecuencia y propagación de incendios.
Los fenómenos climáticos impactan de forma directa en los rendimientos agrícolas. Esto repercute en los precios de los alimentos, el resultado de la balanza comercial y la recaudación fiscal. La sequía de la campaña 2022/23 resultó en una caída de 2,2% del PBI, la pérdida de 3554 millones de dólares en ingresos tributarios y de 8000 millones de dólares en exportaciones.
Sin medidas de adaptación, el cambio climático podría reducir los rendimientos en la producción de girasol en hasta un 10%, en maíz y trigo en un 30%, y en soja en un 50% para el año 2050. Además, el impacto del deterioro del desempeño agrícola en la acumulación de reservas podría afectar las calificaciones crediticias de las agencias financieras, resultando en tasas de interés más altas y mayores dificultades para acceder a financiamiento.
En un escenario donde la frecuencia de inundaciones se duplica, las pérdidas de activos esenciales para la operación y productividad podrían aumentar un 125% y las afectaciones a los sistemas y servicios de transporte podrían costar a las empresas argentinas 4000 millones de dólares al año.
Entre 1900 y 2021 las inundaciones afectaron a un total de 15 millones de personas. Los barrios populares están particularmente expuestos: 48% de ellos está asentado en zonas inundables. Desde 1960 se incrementaron las olas de calor, afectando principalmente a adultos mayores, niños y personas con enfermedades crónicas, hogares precarios sin acceso a refrigeración, y los trabajadores vinculados a la construcción y la agricultura, actividades mayormente realizadas al aire libre. Las nuevas condiciones climáticas favorecen la reproducción de vectores de enfermedades, como el dengue, cuyo potencial de transmisión aumentó un 54% de 1951 para acá en América Latina.
Riesgos de transición
La transición energética implica cambios en los usos de los recursos naturales destinados a la producción de energía. Pasar de las llamadas «energías sucias» (es decir, que emiten una cantidad de gases de efecto invernadero nociva para el ambiente) a las «energías limpias» implica abandonar fuentes de energía muy arraigadas en nuestra matriz productiva. En este camino hacia una matriz basada en energías renovables, habrá que atender a los riesgos a los que se expondrán sectores de nuestra economía.
En Argentina, el sector hidrocarburífero representa el 5,6% del PBI y tiene un rol relevante en las exportaciones: en 2023 alcanzó el 9,4% y se espera que crezca con el desarrollo de Vaca Muerta. Sin embargo, en la medida en que se prevé que el proceso de descarbonización reduzca el consumo de combustibles fósiles en el mundo, la expectativa sobre el sector está atravesada por el riesgo de que un achicamiento del mercado limite significativamente los potenciales de exportación.
Si bien la demanda global de alimentos y minerales críticos genera oportunidades, estas se combinan con un mayor escrutinio sobre sus impactos ambientales y sociales. Esto se traduce en la proliferación de estándares, como la regulación sobre productos libre de deforestación de la UE, que pueden ser un desafío de cumplir y por ende dificultar el acceso a los mercados más exigentes.
El sector automotriz, principal complejo exportador industrial, enfrenta el riesgo de la transición hacia la electromovilidad, un cambio disruptivo en los insumos, procesos y productos del sector. Otras industrias como la química y los insumos difundidos, si bien no necesitan producir algo diferente, sí precisan transformar sus procesos para descarbonizarse, lo cual puede ser particularmente costoso en aquellos que no se pueden electrificar.
En 2021 el 80% de los bienes exportados fueron productos primarios y manufacturas basadas en recursos naturales, y los bienes de media y alta tecnología representaron solo el 17%. En general, los productos verdes tienen una complejidad promedio superior a la canasta exportadora argentina y están alejados de las capacidades productivas actuales.
Cuatro lineamientos para una estrategia de desarrollo en la era del calentamiento global
1. La acción climática se debe construir sobre los compromisos internacionales previos
Las experiencias de otros países del Sur Global muestran que, para aprovechar la limitada pero existente capacidad de agencia, la política exterior es más relevante que nunca. Históricamente, Argentina mantuvo una participación activa en las negociaciones climáticas, adoptando compromisos de adaptación y mitigación, y mostrando liderazgo en agendas como la de adaptación y financiamiento.
Sostener esta trayectoria es condición necesaria para aprovechar las oportunidades de financiamiento privadas y multilaterales, y los limitados márgenes de acción para fortalecer la inserción internacional.
2. La adaptación debe ser el pilar fundamental de la respuesta frente al cambio climático
Dada la alta vulnerabilidad económica y social de la Argentina, es necesario jerarquizar la adaptación al cambio climático, asignarle líneas de financiamiento específicas y volverla un eje transversal al resto de las políticas, en particular aquellas de planificación urbana, ordenamiento territorial y desarrollo agrícola.
En este proceso, los gobiernos provinciales y municipales juegan un rol clave, en tanto son quienes mejor conocen los contextos específicos en los que se implementan las políticas y tienen responsabilidad directa en la gestión de muchos de estos desafíos.
3. El proceso de descarbonización debe acelerarse y alinearse con la trayectoria de desarrollo
Argentina cumplió formalmente con los requerimientos de la gobernanza climática internacional y avanzó en medidas concretas como la instalación de energías renovables, pero no se encuentra aún implementando una estrategia integral de mitigación consistente de manera sostenida. Esto podría generar dificultades para alcanzar la reducción de emisiones comprometida, especialmente en un contexto de crecimiento económico.
Es imperativo que el país:
- Cuente con una estrategia clara de mitigación que defina la contribución de cada sector al cumplimiento de la meta de emisiones.
- Establezca lineamientos en los temas críticos, como la explotación de los recursos hidrocarburíferos.
- Acelere la descarbonización de la matriz energética local.
4. Las oportunidades que abre la transición verde deben aprovecharse estratégicamente para impulsar el desarrollo tecnológico y económico
Argentina tiene oportunidades de ampliar y diversificar su producción y exportaciones a partir de los cambios en los mercados que genera la transición a la sostenibilidad. Exportar GNL, proveer minerales críticos, e insertarse en segmentos de mayor valor agregado apalancándose en las ventajas comparativas o en capacidades industriales existentes.
Algunas de esas oportunidades podrán ser operativizadas por acción del mercado, pero otras precisan de intervención estatal para garantizar condiciones de entorno favorables hasta la apuesta directa a ciertos sectores estratégicos.
El vínculo entre el cambio climático y el desarrollo es cada vez más estrecho. No hay sendero de desarrollo posible que no incorpore como dimensiones centrales las dinámicas globales derivadas de la transición, las dinámicas globales derivadas de la transición, la adaptación a un clima más adverso, la descarbonización de la economía y el aprovechamiento de las oportunidades que abre la ola tecnológica verde.