Los ingresos populares en un régimen de alta inflación

La inflación sube sin parar mientras que los salarios van por detrás, intentando alcanzarla. ¿Y el Estado? Cuando interviene en la ecuación, vuelve la negociación salarial. Cuando no, perdemos. ¿Qué pasa con los salarios cuando la inflación aumenta sin parar? Un documento sobre la evolución de los ingresos. 

Ilustración: Juli Álvarez

La crisis macroeconómica argentina muestra como uno de sus rasgos más salientes la aceleración inflacionaria, que impacta de manera creciente en los ingresos de los y las argentinas. La evidencia indica que, en contextos de alta inflación, los salarios registrados tienden a caer en términos reales. No obstante, durante la pospandemia, los salarios reales se estancaron mientras que los ingresos de los sectores más vulnerables vieron un deterioro. El mercado de trabajo argentino evidenció distintas dinámicas con relación a la posibilidad de adaptarse a este nuevo entorno inflacionario y a las políticas establecidas. ¿Cómo se explica este estancamiento de los salarios reales? ¿Cómo se manifiesta cuando observamos por separado y en detalle los distintos segmentos ocupacionales?

La evolución de los salarios en la pospandemia (2021-2022)

Este gráfico muestra la variación de la inflación y del salario real. Se observa que los salarios reales y la inflación se relacionan negativamente, en tanto los períodos de aceleración en el comportamiento de los precios generalmente llevan a caídas en el poder adquisitivo y, a su vez, los salarios reales sólo consiguen crecer si baja la inflación.

Esta relación pareciera romperse en la pandemia, ya que ninguno de los tres años se ubica en los dos cuadrantes tradicionales. En 2020, la inflación se desaceleró fuertemente y los salarios reales cayeron, mientras que en 2021 y 2022, en el marco de una clara aceleración inflacionaria, no hubo pérdida del poder adquisitivo. A pesar de la percepción generalizada en el debate público, en los últimos dos años el salario real no cae sino que está estancado. A su vez, la comparación histórica muestra que los ingresos reales son los más bajos de los últimos 12 años.

Determinaciones colectivas del ingreso

La pospandemia es un período excepcional respecto de la regla de la relación entre aceleración inflacionaria y poder adquisitivo de los salarios, en la que un conjunto de trabajadores se pudo defender con cierta eficacia de la aceleración inflacionaria. Esta anomalía en términos históricos es el resultado de la combinación de:

  • una política salarial gubernamental laxa y pasiva, que respondió positivamente a los reclamos salariales y no los intentó conducir
  • el impulso de bonos compensatorios
  • un cambio de comportamiento en las negociaciones paritarias frente a la inflación alta, que se refleja en una indexación creciente.

Da cuenta de la importancia de los factores institucionales en la determinación de los ingresos. En las anteriores aceleraciones inflacionarias (especialmente la de 2018-2019 bajo el gobierno de Macri), los salarios no pudieron acompañar de cerca a los precios, sino que tuvieron un retraso importante. En los últimos dos años, existe un proceso de indexación creciente, en el que los salarios se ajustan rápidamente con la inflación pasada, de forma defensiva, lo cual explica la cercanía (sincronización) entre ambas curvas.

Los sectores mejor posicionados frente a la inflación

El estancamiento de los salarios frente a la aceleración de la inflación no se dio de la misma manera para todos los trabajadores. La capacidad de los distintos sectores de la población de lidiar con la dinámica de los precios estuvo relacionada con tres factores: el nivel de formalidad, el accionar estatal y el desempeño en la negociación salarial.

Trabajadores formales e informales

En 2022, los ingresos de los asalariados (registrados y no registrados) se estancan respecto al promedio de 2021, valor que puede verse como una consolidación de la caída de los ingresos en la pandemia ocurrida en 2020. Las diferencias se encuentran mayormente entre asalariados y no asalariados. Este conjunto de trabajadores es el que más sufrió el año 2022, en tanto no sólo tuvo poca capacidad de protegerse de la aceleración de la inflación, sino que también se vio afectado por la caída de la actividad. Una hipótesis posible es que determinaciones colectivas del salario (como las paritarias y el salario mínimo), en especial en establecimientos donde conviven trabajadores formales e informales, “arrastran” mucho más a los asalariados no registrados que a los no asalariados —por ejemplo, cuentapropistas informales—.

Empleados públicos y privados

Si bien en un análisis de mayor alcance temporal los trabajadores del sector público perdieron más poder de compra que los del sector privado, en los últimos dos años esta relación se revirtió parcialmente. Aquellos sindicatos de trabajadores cuya contraparte en la negociación es el Estado (estatales y docentes) lograron incluso una mejora en términos reales en la pospandemia, evidenciando una actitud expansiva del gobierno frente a los salarios del sector público, en particular si se analizan las diferencias con los trabajadores del sector privado, que mostraron una tendencia al estancamiento o a la caída real.

Empleados del sector privado

Al analizar las principales paritarias del sector privado se observa que los incrementos reales no tienen relación ni con el nivel salarial previo ni con la capacidad tradicional de negociación del sindicato. No fueron los sindicatos que históricamente lograron incrementos altos lo que explicó la evolución del poder adquisitivo. Éste se explicó por la adopción en mayor o menor medida de la implementación de estrategias que se amoldan mejor a un nuevo régimen de alta inflación. Se destacan la indexación o las cláusulas gatillo, la adopción de sumas fijas, la frecuencia de aumentos y reaperturas por fuera del acuerdo inicial, entre otras. Esto no significa que las diferencias de desempeño en las paritarias de distintos sindicatos sean permanentes. En este panorama extremadamente volátil, el sector que perdió ayer puede ganar mañana.

Los sectores más vulnerables en la puja distributiva

La capacidad de defender el poder adquisitivo en un contexto de aceleración inflacionaria es disímil. Ante los saltos de la inflación, los trabajadores no asalariados fueron los que más la padecieron, pero no fueron los únicos. El poder adquisitivo de la población más vulnerable cayó sustancialmente en términos reales en 2022. De los cuatro ingresos relevados, sólo los de las trabajadoras de casas particulares lograron un incremento. Más allá de los esfuerzos estatales por preservar en algunos casos los ingresos de estos sectores, en contextos ante un régimen de alta inflación sostenido, estos segmentos son los que ven mayormente afectados sus ingresos. Esta contracción del poder adquisitivo en los segmentos más bajos puede haber contribuido a explicar el aumento de la tasa de pobreza en 2022.

Trabajadores de ingresos más bajos

Durante 2022, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) sufrió una caída del 3,9% real en comparación con el promedio de 2021. Esto impacta directamente tanto a los trabajadores registrados de menores ingresos, como a los trabajadores informales que cobran medio SMVM bajo el programa Potenciar Trabajo. Si bien en ambos períodos, el Consejo del Salario (instancia de negociación del SMVM) se reunió la misma cantidad de veces, en 2021 hubo ocho aumentos mensuales distribuidos a lo largo del año, mientras que, en 2022, la primera mitad del año tuvo tan sólo dos. Y, a pesar de que el de junio fue muy elevado, no llegó a equiparar la caída previa. Se verifica una de las enseñanzas de la alta inflación: ante la aceleración inflacionaria, quienes no logran aumentos con mayor frecuencia suelen perder.

Trabajadoras de casas particulares

Distinto fue el caso de las trabajadoras de casas particulares. Por un lado, tuvieron un buen desempeño en el promedio del año 2022 en comparación con el año anterior (creciendo un 5% real). No obstante, esta mejora sólo alcanzó para recuperar la caída sufrida en 2021. La mejora durante 2022 se explica por una mayor frecuencia de aumentos nominales distribuidos a lo largo del año, que logran ir acompañando a la inflación e incluso ganarle en algunos meses. No obstante, se dio en un contexto de caída de los puestos de trabajo registrados en este rubro y el universo de trabajadoras impactadas por esa mejora disminuyó notablemente.

Jubilados

Al observar lo sucedido con los trabajadores pasivos surge una diferencia importante entre quienes reciben la jubilación mínima (47%) y el resto. Las jubilaciones se actualizan cada tres meses mediante la fórmula de movilidad jubilatoria. Por hacerse de manera trimestral presenta un rezago que deteriora aún más los ingresos dado que la baja en la inflación nunca sucede, no se llega a recuperar la pérdida. Para los jubilados que ganan la mínima, este rezago fue compensado con bonos de suma fija que permitieron empatar la inflación, mientras que el resto sufrió una caída significativa.

Trabajadores informales

Uno de los ingresos de las familias que tienen como jefe/a de hogar a un trabajador informal es la Asignación Universal por Hijo/a, a la que en 2020 se agregó la Tarjeta Alimentar. Durante 2022, se produjo un importante deterioro en los ingresos agregados de ambas políticas (AUH más Tarjeta Alimentar), perdiendo un 21% del poder adquisitivo promedio de un año a otro. El mecanismo de actualización de la AUH es el mismo que el de las jubilaciones; sin embargo, la cantidad de bonos fue mucho más restringida.

Efectivamente, el gobierno amplió institucionalmente el Estado de Bienestar con dos políticas clave (la Tarjeta Alimentar y el programa de medicamentos gratis para jubilados) pero ninguno de los dos grupos afectados por estas políticas pudo defender sus ingresos frente a la inflación en la pospandemia.

Tres implicancias de economía política

Las coaliciones partidarias y sociales y las instituciones laborales siguen importando en un régimen de alta inflación

Contra ciertas visiones de la ortodoxia económica que proclaman que “en inflación pierden todos”, este análisis muestra cómo algunos colectivos pudieron defender sus ingresos en a la crisis —a diferencia de lo que sucedió en un contexto de impacto general similar en la reducción del nivel de actividad como fue la crisis externa de 2018-2019 bajo el gobierno de Cambiemos—. Lo hicieron en gran medida gracias a su alianza con el Frente de Todos, a las decisiones del gobierno en materia de política fiscal y a las instancias colectivas de determinación del ingreso refundadas o diseñadas en los años 2000, como las paritarias sectoriales o la Paritaria Nacional Docente.

Las instituciones laborales son clave para entender las heterogeneidades en el interior de los sectores populares

Quienes mejor defendieron sus ingresos en el régimen de alta inflación fueron aquellos grupos que cuentan con instancias institucionales de determinación del salario más activas (empleados públicos y privados, docentes y, hasta cierto punto, trabajadores domésticos). Quienes no cuentan con instancias de negociación colectiva del ingreso (no asalariados precarios, jubilados, beneficiarios de la AUH/Tarjeta Alimentar) o tienen una representación deficiente vieron mermar sus ingresos reales sensiblemente. Subyace una lógica de “supervivencia del más fuerte” que afecta a los actores populares en un régimen de alta inflación.

Es necesario promover ámbitos de acuerdo y coordinación salarial

Lo ocurrido en 2022 reafirma que, ante un contexto de alta inflación es necesario promover ámbitos de acuerdo y coordinación salarial, una política de ingresos que, en el marco de un programa de estabilización heterodoxo, ataque la inflación de manera contundente y definitiva, punto de partida necesario para la recuperación sustentable del poder adquisitivo del conjunto de trabajadores y trabajadoras.

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