salud mental adolescente

Adolescencias y salud mental: brechas y tensiones en las políticas públicas

Es fundamental implementar políticas públicas que impulsen un abordaje integral y comunitario en la salud mental adolescente. Es momento de coordinar una inversión equitativa y dispositivos accesibles.  Sólo así podremos atender a las afectaciones, preocupaciones y potencias de adolescentes en sus espacios cotidianos. 

Una investigación que busca la voz de los adolescentes, releva la inversión pública en salud mental y propone políticas claras para mejorar esta situación. 

La información sobre la salud mental de adolescentes en la Argentina atraviesa grandes problemas en la insuficiencia en su producción, desagregación y sistematización. La carencia de datos epidemiológicos actualizados limita la planificación de políticas basadas en evidencia y perpetúa un escenario de oscuridad informativa. Así, se invisibilizan las condiciones que generan malestares subjetivos en este grupo poblacional e imposibilita la objetivación de su prevalencia. 

Las y los adolescentes hablan, ¿escuchamos?

Ansiedad, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, suicidio, dificultades en el sueño y sentimientos de soledad son las problemáticas más prevalentes en salud mental en adolescentes. La disponibilidad de las personas cuidadoras para brindar es insuficiente apoyo emocional ante dichas afectaciones. Esto se contextualiza en un marco de desigualdad social, precariedad económica y aumento de violencias. 

Es usual que las y los adolescentes se autoidentifiquen con etiquetas psicopatológicas para definir sus malestares emocionales, a partir de la información que está disponible en las redes sociales. A su vez, recurrir al grupo de pares es su principal estrategia de cuidado cuando buscan acompañamiento y contención.

Falta inversión en salud mental, y más en la población adolescente

Las tensiones entre las necesidades en salud mental de las adolescencias y las respuestas estatales evidencian un desafío estructural que exige abordajes transformadores. La falta de inversión y la desigual distribución territorial de recursos obstaculizan la adecuación de los dispositivos de atención. A su vez, perpetúan inequidades que afectan gravemente a las adolescencias en regiones menos favorecidas o alejadas de los centros urbanos más importantes.

Estas deficiencias no pueden desvincularse de un modelo que aún prioriza la centralización de recursos en hospitales monovalentes e instituciones tradicionales. Deben fortalecerse los servicios con base comunitaria que operen en los territorios. Las adolescencias requieren intervenciones que se ubiquen allí donde habitan, reconociendo las dinámicas sociales, culturales y económicas que condicionan su bienestar. 

Superar estas tensiones requiere no solo incrementar los recursos asignados a la salud mental, sino también garantizar su asignación estratégica. Esto incluye actualizar los sistemas de monitoreo de datos para evaluar con mayor sensibilidad las transformaciones necesarias y generar respuestas más alineadas con las demandas reales de las adolescencias y sus comunidades.

Recomendaciones de políticas públicas

Abordar la vacancia de datos en torno a la salud mental de adolescentes 

  • Desarrollo e implementación de un sistema de vigilancia epidemiológica sostenible, estandarizada, comparable, continua y sistemática. 
  • Monitoreo de situación de salud mental, objetivable y comparable. Implementar encuestas regulares que releven las principales dimensiones que integran el Protocolo Sa.M.A de Fundar.
  • Asegurar el financiamiento para sostener un sistema de vigilancia epidemiológica. 
 

Abordar las limitaciones de las fuentes de datos sobre la oferta de servicios en el sistema de salud mental y consumos problemáticos de adolescentes

  • Desarrollo de un sistema nacional integrado de datos en salud mental y consumos problemáticos con una estandarización de la recolección y actualización de datos.
  • Promover una política nacional de datos abiertos en salud.
 

Mejora de las fuentes de datos en inversión en salud mental, con énfasis en adolescentes

  • Mantener el presupuesto de salud mental como un apartado independiente y claramente identificable. 
  • Mejorar la clasificación programática del gasto y la descripción de las políticas presupuestarias.
  • Considerar la promoción, prevención, atención, rehabilitación y reinserción como ejes transversales para asignar los recursos de manera más eficiente.
  • Mejorar el establecimiento de metas físicas para facilitar un presupuesto orientado a resultados.
  • Estandarizar y explicitar la información estadística de la población beneficiaria de los programas.
  • Desarrollar un caso de inversión que respalde la necesidad de incrementar el financiamiento del sector.

Orientar las perspectivas de adolescentes en salud mental

  • Fomentar la participación activa en la toma de decisiones. 
  • Fortalecer las estrategias de cuidado entre pares. 
  • Abordar la apropiación de etiquetas psicopatológicas y los riesgos de la patologización excesiva.
 

Ampliar capacidades de personas cuidadoras

  • Abordar problemáticas de salud mental de forma escalonada y contextualizada.  
  • Capacitar a las figuras adultas en el cuidado en salud mental de adolescentes. 
  • Sensibilizar sobre los consumos digitales problemáticos. 
  • Proveer herramientas para apoyar las prácticas de cuidado entre adolescentes. 
  • Articular estrategias de bienestar intergeneracional. 
 

Estrategias comunitarias para combatir la soledad

  • Promover iniciativas presenciales contra la soledad.
  • Fomentar redes comunitarias de apoyo a través de:
    –   Centros de escucha de cercanía.
    –   Campañas comunitarias.
    –  Estrategias de posvención sostenidas.
 

Reconocer el rol del sistema de salud estatal

  • Impulsar la integración de la salud mental en la atención primaria y en hospitales generales.
  • Reconocer el rol del Estado en la construcción de sentidos comunes.
  • Implementar marcos normativos y legales para la protección de adolescentes en el acceso seguro a tecnologías.

Comunidades más disponibles

  • Consolidar redes comunitarias que articulen dispositivos de atención en salud mental. 
 

Espacios de salud mental más accesibles

  • Fortalecer el primer nivel de atención en salud mental adolescente.
    –   Ampliar horarios, flexibilizar la atención y reducir los tiempos de espera. 
    –   Capacitar equipos interdisciplinarios. 
    –   Crear unidades móviles de atención en salud mental que lleguen a comunidades rurales y periurbanas.
    –   Reforzar el vínculo entre adolescentes y los servicios de salud. 
    –   Diseñar rutas de acción intersectorial en salud mental de adolescentes.
    –   Fomentar investigaciones que profundicen en las desigualdades relacionadas con el acceso y uso de los servicios de salud mental en adolescentes. 
  • Implementar políticas de fortalecimiento federal y atención territorial en salud mental y consumos problemáticos para adolescentes. 
  • Incentivar la radicación de profesionales en zonas críticas. 
  • Expandir la oferta de residencias en salud mental comunitaria con prácticas obligatorias en contextos rurales y periurbanos.
  • Implementar circuitos efectivos de referencia y contrarreferencia en el sistema de salud. 
  • Crear registros electrónicos compartidos. 

Subsanar las brechas de inversión estatal en salud mental con foco en la población adolescente

  • Incrementar la inversión pública en salud mental adolescente. 
  • Promover un enfoque multisectorial. 
  • Modernizar los procesos de planificación financiera.

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